Domingo 15 de mayo 2022 (V de Pascua)

Hechos 14, 21b-27; Salmo 144; Apocalipsis 21, 1-5a; Juan 13, 31-33a.34-35

Por JOSÉ LUIS BLEDA FERNÁNDEZ | Tras haber celebrado que Jesús Resucitado es nuestro Buen Pastor que nos conoce y nos da la vida eterna, la liturgia de este domingo nos invita a escuchar a Jesús Resucitado que nos dice que nos AMA, y nos invita a vivir en el Amor, en el Misterio de su Amor, del Amor de Dios.

Los evangelios, todos, se escribieron tras la Resurrección de Jesús. No son crónicas que nos detallen cosas sucedidas en el mismo día, sino que los apóstoles y testigos de la Resurrección de Jesús, los que han experimentado que Cristo ha resucitado y está vivo, ponen por escritos lo que de Él recuerdan, sus obras y palabras, y/o lo que de Él les han contado. Pero estos escritos son posteriores a la Resurrección. Son Evangelios porque son Buena Noticia, son Noticia de Vida, de Amor. Por ello, la manera correcta de leerlos es desde la experiencia y del encuentro con el Señor Resucitado.

Un mandamiento nuevo

Así, el mandamiento nuevo que Jesús da a sus apóstoles en la última cena, al leerlo como el mandato que nos da a nosotros hoy el mismo Jesús Resucitado, adquiere otra fuerza, otro cariz. No es un mandamiento más, no es el resumen de todos los mandamientos; es una Verdad, una Realidad, Cristo nos ha amado, nos ha amado hasta la muerte, y ahora, vivo, nos invita a vivir en su amor, a entrar en su amor, a participar de su amor. Ahora, en estos tiempos donde es difícil ver físicamente a Jesús, lo podemos ver, notar, sentir, en el amor, en un amor como el suyo: en el amor que sus seguidores se tienen entre ellos, en el amor que me tienen, en el amor que debo tener, como seguidor de Cristo hacia los demás.

El impulso del amor

¿Qué movió a Pablo y Bernabé, a los apóstoles, a los misioneros, a los santos, a emprender viajes, pasar necesidades, carencias, dificultades, a ir de un lado para otro, siendo bien recibidos y tratados en unos sitios, pero maltratados y perseguidos en otros? El amor, el amor fue lo que impulsó a san Francisco de Asís a besar al leproso, a san Francisco Javier llegar a China, el amor llevó a Carlos de Foucauld a vivir entre los tuaregs en Argelia, el amor llevó a madre Teresa de Calcuta a dejar el colegio y meterse con los moribundos y parias de la India en un antiguo templo de la diosa Cali en Calcuta, … el amor hace posible la misión, hace nuevas todas las cosas.

Un Dios enamorado

¿Estáis enamorados? ¿Lo habéis estado? Hoy se nos invita a contemplar, a considerar a un Dios enamorado, un Dios que por amor todo lo hace nuevo. Todos los días son iguales, y las semanas, y los años… nos quejamos de que siempre todo es lo mismo… Al final todo acaba mal y ganan los malos: la violencia, la guerra, el egoísmo, la muerte. Nos olvidamos de que todo eso es vencido, es superado, por el amor, que el amor hace nuevas todas las cosas, nos hace vivirlas de manera nueva, con esperanza, con ilusión. El amor de Dios resucitó a Jesús e hizo nueva la vida, la vida que surge tras la muerte. El amor hace posible que, en nuestro mundo, junto con todo lo malo que queramos ver, broten ejemplos de entrega, de generosidad, de solidaridad, de fraternidad, es Dios que sigue haciendo nuevas todas las cosas. Dejémonos renovar por Él, por su amor, vivamos su mandamiento, amemos.

Sentimiento grande

Amar como Él me ha amado, eso tengo que hacer yo con todos, eso es lo que Él manda a todos que hagan conmigo. No tengo palabras para expresar la grandeza de este sentimiento, solo me sale escribir AMOR. Ojalá lleguemos a experimentarlo, a creérnoslo de verdad, a entrar a vivir en este Misterio de Amor y Vida.


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