Una realidad de fe
y encarnación con los últimos
Nuestro compañero Joaquín Sánchez es hijo de una familia humilde, que tuvo que cambiar de residencia en varias ocasiones, ya que el padre -guardia civil, un “desertor del arado”, como él mismo se denominaba- era destinado a diferentes lugares, afincándose finalmente en Bullas, pueblo de origen de la familia.
Ya desde joven, la realidad que va descubriendo gracias a los educadores de Confirmación, y más tarde a su incorporación al Movimiento Junior, le hacen darse cuenta de que la fe debía manifestarse en una conversión personal y en un compromiso social, descubriendo así una dimensión más comprometida y profunda.
Realiza sus estudios de Teología en la Facultad de Granada, en los momentos en los que aún se vivía el espíritu del Concilio Vaticano II y la Teología de la liberación, y es indudable que esto también fue de gran influencia en la manera de ejercer el ministerio sacerdotal.
Es ordenado sacerdote en julio de 1987, siendo su primer destino una parroquia situada en un barrio de Cieza, con un amplio sector de marginación social. Intentando ser fiel al espíritu de Jesús de Nazaret opta por los más desfavorecidos, y se dedica a promover y crear medios a nivel institucional y a realizar labores con carácter solidario. Entiende que lo celebrativo, lo catequético y la justicia social están interrelacionados. Es por ello que, junto con otros colaboradores, se crea el Centro de atención al menor de La Casica, dependiente de Cáritas y destinado a la infancia más desprotegida. Aún en la actualidad sigue desempeñando en Cieza una importante labor de coordinación de éste y de otros proyectos a nivel de promoción social.
Posteriormente es destinado a otra parroquia más próxima a la capital, pero su empeño en la encarnación por los más débiles no resulta fácil de viabilizar a través de las labores parroquiales, y es gracias a su incorporación a la HOAC que su corresponsabilidad con la Iglesia se ve concretada, formalizando así su trabajo como militante cristiano. Por el estilo de evangelización, su trayectoria, su vinculación a los Centros del Menor, el acompañamiento a la JAC de Cieza… en el año 1995 es propuesto como consiliario.
Igualmente en corresponsabilidad con el Ministerio Pastoral, más tarde también es consiliario de la Delegación de Pastoral Obrera de la Diócesis de Cartgena, y, en los últimos años, del Consejo Diocesano de Acción Católica.
Su preocupación por el mundo de la educación y una insaciable necesidad de formación permanente le llevan a cursar varios años de estudios de Pedagogía, de Técnico Superior en Educación Infantil y la diplomatura en Educación Social. Es un ávido lector y conocedor de un sinfín de libros y de materiales diversos; aspecto de gran ayuda a la hora de preparar los planes de formación del equipo.
Por su compromiso con los últimos acepta ser capellán en la prisión de Sangonera –desde hace ya bastantes años- y más recientemente, deja la parroquia en que se encontraba, para ser capellán además en los Centros psiquiátricos, en el Centro ocupacional para personas discapacitadas físicas, y en la Residencia de personas mayores. En todos ellos, además de la administración de sacramentos y pastoral, acompaña a todos y colabora y promueve múltiples actividades.
La lucha por la justicia y los cambios sociales le hacen estar representando a la HOAC en diversos ámbitos, siendo un elemento fundamental de unión y fraternización. Él ha tomado la antorcha que otros muchos militantes han portado en el camino de estar presentes, junto con otros, en las mediaciones. Es miembro del Consejo regional para la cooperación y el desarrollo de los países del tercer mundo, en la coordinadora de ONGs, del Foro Social de Murcia, participa en encuentros de DRY Murcia y movimiento 15 M, y es promotor de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Igualmente, considera de gran importancia el tener una presencia pública como vía para expresar la denuncia profética, y, por ello, colabora de forma asidua en diversos medios de comunicación (prensa, radio, redes sociales, y a veces en televisión). Es autor de dos libros: “La vida, un éxodo” (2004), cuya pretensión es que sirva de reflexión sobre nuestro mundo y contribuya a abrir caminos para trabajar por una humanidad donde el compromiso con la vida sea una motivación constante; y el segundo libro, “Una carta de Dios” (2006), en el que pretende acercar el evangelio a la sociedad actual, despertando la sensibilidad que todos tenemos en nuestro interior hacia el entorno que nos rodea y hacia el prójimo.
El afán por contribuir a paliar el sufrimiento humano y a transformar el mundo y desde la idea de que “Este mundo debe ser un mundo de todos y para todos”, le ha motivado incluso a cruzar las fronteras: Formó parte de la Plataforma de ayuda a la población de Bosnia, participando en dos ocasiones en visitas a campos de refugiados para llevar ayuda humanitaria; y colaborando en Honduras con un proyecto para formar militantes cristianos que se comprometan en el mundo del trabajo.
Al interior de la HOAC es un gran dinamizador de la vida de equipo, fomentando una espiritualidad centrada en la encarnación: en los momentos de oración, en la aportación de materiales, y supone también una llamada y estímulo para la participación en actos y movilizaciones. Todo ello sin presentar una situación de liderazgo, reconociendo su ministerio como servicio, no como poder. Los encuentros comunitarios son una invitación a la oración de forma vivencial, partiendo del ver de los pobres y del encuentro con el Dios amor que nos interpela, para llegar al cambio social y a la utopía del Reino. Según él mismo comenta, su pertenencia a la HOAC, y la vida de muchos militantes hoacistas, suponen para él un acicate y una motivación para perseverar en este difícil camino que es llevar el mensaje de Jesús al mundo obrero y al mundo de los pobres, superando la tentación de vivir la fe de una forma mediocre o acomodada.
Como no podía ser de otra manera, también es una persona volcada con las diversas circunstancias de su familia.
En definitiva, es una persona de una gran sencillez, que no hace alardes de nada, que transmite cercanía, cariño, ilusión y comprensión, y que, sobre todo, ha sabido hacer realidad el quehacer social del cristiano y de la Iglesia de forma anónima, sin preocuparse por las etiquetas. Este talante ha supuesto que le fuese otorgado el Premio al Solidario Anónimo en el año 2009 por la Universidad de Murcia.
Pero a la vez, es una persona que contagia y universaliza, que es respetada y escuchada, y que sin llevar “banderas” o presentar un “programa”, se suma al grupo y todo lo que hace trasciende más allá de lo concreto. No es extraño escuchar expresiones provenientes de personas alejadas de la fe, del tipo:“Si los curas fueran de esta manera, las iglesias estarían llenas” o “En el Dios que testimonia, yo sí creería”…
En uno de sus libros comenta que una de las experiencias más gratificantes ha sido poder compartir proyectos con personas no creyentes. En ese compartir se ha aprendido a dialogar con respeto y comprensión. En las reuniones del equipo suele comentar con satisfacción el alto nivel de credibilidad que los militantes de la HOAC tenemos entre los compañeros de otras mediaciones, dado el compromiso constante, el estar “en primera línea”, sin ánimo de proselitismo; lo que no impide, ni está reñido, con que nuestro estilo de vida sea una invitación a la vida de fe.
Ni que decir tiene que todo este camino no está exento de dificultades; desde algunos relativos a la salud, a otros relacionados con sinsabores con compañeros y con la jerarquía. En este sentido, expresa tristeza cuando los posicionamientos de ésta se sitúan de forma alejada del mundo de los pobres y muestran desconfianza y recelos ante la Acción Católica.
Pero, por encima de todo, está el encontrarse muy feliz con su disponibilidad y con esta vida de comunión de bienes, de vida y de acción.
Mª Carmen Cobacho