I DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, 18-6-2023

Éxodo 19, 2-6a; Salmo 99; Romanos 5, 6-11; Mateo 9, 36 – 10, 8.

Terminadas las fiestas de la Pascua y celebradas las fiestas que nos invitaban a contemplar el Misterio y el Amor de Dios, con la celebración este viernes del Sagrado Corazón de Jesús (Dios tiene corazón), volvemos a los domingos del Tiempo Ordinario, y lo hacemos como el pueblo de Israel en la primera lectura, situados frente a Dios.

Siempre que nos situamos frente a Dios como pueblo, como ovejas de su rebaño, como decimos en el salmo 99, siempre que iniciamos una celebración o una oración comunitaria, somos invitados a hacer dos cosas: recordar, hacer memoria de todo lo que Dios ha hecho por nosotros, por mí, y, mirar hacia adelante, al futuro, y al ahora qué… Lo vamos a hacer confiados en Dios, siguiendo sus caminos, teniendo en cuenta lo que Él ha hecho y dónde nos ha puesto, o, vamos a lanzarnos al futuro sin Dios, olvidando a Dios, lo que hizo, lo que nos pide. Dios ya lo ha dicho: Ahora, si le obedecemos y guardamos su alianza, Él estará con nosotros.

La carta a los Romanos, en este situarnos frente a Dios, nos invita a tener en cuenta una cosa: si Dios, por amor a nosotros, cuando no lo conocíamos, fue capaz en Jesucristo de encarnarse, sufrir y padecer, morir en la cruz, resucitar, … Ahora, que ya ha muerto y resucitado por nosotros, que nos ha purificado con su sangre, ¿qué no hará por nosotros? ¿cómo podemos pensar que nos va a dejar de su mano?

Ahora Jesús cuenta con nosotros, como en su momento contó con sus apóstoles, nosotros, también los laicos, somos hoy los apóstoles enviados por Jesús a nuestro mundo. Nos dice el Evangelio de Mateo que Jesús al ver a la muchedumbre se compadecía de ella, y, la respuesta es enviar a sus apóstoles a esa muchedumbre. Hoy Jesús sigue viendo el mundo, un mundo en guerra: Ucrania, Somalia, Siria, Burkina Faso, …, un mundo que se considera civilizado mientras ignora las llamadas de auxilio de quiénes se hunden y ahogan en el Mediterráneo; un mundo que necesita crecer en humanidad, en amor, en paz, … Nuestro mundo, no es un mundo ajeno al nuestro, y, a este mundo somos enviados, es ahora nuestro tiempo, enviados a curar, resucitar, limpiar, … Él está con nosotros, ¿aceptamos el reto? ¿aceptamos la Misión?


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