Deuteronomio 8, 2-314b-16a; Salmo 147; 1 Corintios 10, 16-17; Juan 6, 51-58.

Seguimos de fiesta, seguimos celebrando el Amor, el Amor de Dios que se manifestó en la Muerte y Resurrección de Jesucristo, que se manifiesta en el Misterio de la Santísima Trinidad, que se celebra y se vive de manera actual en la celebración de la Eucaristía, que se expresa cada vez que Jesús nos da a comer su carne.

Pan de Vida

¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Se preguntaron los judíos cuando Jesús se les presentó como el Pan de Vida. Es el Misterio que celebramos este domingo al celebrar el Corpus Christi. ¿Cómo? Pregunta que solo podemos intentar respondernos desde la contemplación del Amor de Dios hacia nosotros.

No es raro escuchar, sobre todo a la gente mayor, abuelos, …, la expresión “me lo comería” o está para comérselo”, cuando se nos quiere indicar el amor, el cariño, o lo mucho que se quiere a un niño, especialmente a uno pequeño. Algo así nos dice Jesús cuando quiere hacer presente su Cuerpo en el pan partido y compartido. El amor busca el quedarse, permanecer, estar junto al amado, …, en este caso dentro. El amor lleva a Jesús a quedarse con nosotros, y quedarse como alimento que da vida, vida verdadera, vida divina.

Esto es lo que celebramos, y está celebración se convierte así en una invitación al recuerdo, como leemos que hizo Moisés con su pueblo cuando están a punto de pasar a la Tierra Prometida. Este domingo en la parroquia daremos gracias a Dios por todas las primeras comuniones de este curso, por la labor de las catequistas, porque Jesús permanece en nosotros, y es ocasión para recordar. ¿Cómo fue mi Primera Comunión? ¿Cuántas veces he comulgado? ¿En qué circunstancias, qué acontecimientos, que situaciones, me he sentido acompañado, sostenido, animado, por el Cuerpo de Cristo? Recordar un camino, un camino que todavía sigue, pues no hemos llegado a la meta final, ver como en ese camino, con dificultades y cansancios, no hemos estado solos, no nos ha faltado el alimento, y seguimos, seguimos caminando hacia Cristo, con Cristo, alimentados por Cristo.

Alimento

La segunda lectura es muy breve, dos versículos de la primera carta a los corintios, pero nos presenta el mayor motivo de unidad, de comunión, entre todos: alimentarnos y comer todos del mismo Cuerpo. Por ello, este día también es desde siempre, junto con el Jueves Santo, un día especial para mirar a los demás, para fijar nuestros ojos en los que pasan hambre o necesidad, verlos como hermanos con quienes hemos de compartir el mismo alimento que recibimos. El Padre prepara la mesa para todos, no sólo para mí, por ello, no debería bastarme el saciarme yo, sino que a la vez he de procurar que quede para todos, que todos puedan saciarse. Todo ello, desde el Amor, desde la Caridad.

Feliz día, y que esta fiesta nos ayude a crecer en Amor, un Amor recibido y que nos compromete a dar, a darnos.


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