III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, 22-1-2023

Isaías 8, 23b – 9,3; Salmo 26; 1ªCorintios 1, 10-13.17; Mateo 4, 12-23.

Este tercer domingo del Tiempo Ordinario, que desde 2019, por deseo del Papa Francisco, se dedica a tomar conciencia de la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida, en nuestra celebración. Todos los domingos la Palabra de Dios es proclamada, se nos invita a reflexionar sobre lo que nos dice, y, se nos insta a hacerla vida, a llevarla a la vida. En este domingo se nos invita a ser más conscientes de ello, a tomar conciencia de la importancia que la Palabra de Dios tiene en nuestra vida.

En este domingo lo hacemos dentro de la semana de oración por la unidad de los cristianos, que se inició el pasado 18 de enero y concluirá con la celebración de la conversión de san Pablo el próximo 25 de enero. Una semana que se nos invita a vivir bajo un lema tomado del profeta Isaías: “Haz el bien; busca la justicia” (Is. 1, 17).

Justicia

La Palabra de Dios es algo que une a todos los seguidores de Jesús, todos los cristianos la tenemos como algo central a la hora de discernir y conocer cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas. La Palabra de Dios ilumina nuestras vidas, nos indica el camino a seguir; por medio de ella, el Señor sigue siendo nuestra luz y salvación como decimos en el salmo responsorial, como nos indica el profeta Isaías, como el Evangelio de Mateo nos señala que Jesús cumplió ya desde el inicio de su vida pública y de su predicación en Galilea. Esta luz, la Palabra, nos llama a la unidad, tal y como podemos leer y escuchar en la segunda lectura que proclamamos este domingo: Pablo nos invita a superar divisiones y discusiones para decir todos lo mismo. Con esto, Pablo no busca uniformidad, sino unidad, una unidad que no nos dan los ritos ni las formas de celebrar, que son diferentes como diferentes son las culturas, sino el Evangelio, su proclamación, su predicación. El mensaje de amor del Evangelio, hacer el bien, buscar la justicia, es algo común a toda cultura, a toda Iglesia, a todo creyente, desde ahí podemos ir construyendo la unidad. Otras cosas, las maneras de celebrar, las vestimentas, las formas… es lo que nos puede separar. Depende donde pongamos el acento podremos ir avanzando en unidad o mantenernos divididos.

No quiero concluir sin dar testimonio de cómo en hacer el bien podemos encontrar la unidad, en hospitales, comedores sociales, programas y proyectos en beneficio de los más desfavorecidos se han dado muchos ejemplos de esa unidad. Recuerdo cómo, cuando estaba en Bolivia y la parroquia aceptó la gestión de un hospital, fue la iglesia metodista la que nos regaló la primera ambulancia; o, cómo la iglesia menonita de Pennsylvania financió un proyecto de rehabilitación de alcohólicos que gestionaba una congregación religiosa católica, …

Dejemos que la Palabra nos ilumine, hagamos el bien, busquemos la justicia.


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