Por José Luis Bleda | 25 de Diciembre de 2022

Vigilia: Isaías 62, 1-5; Salmo 88; Hechos 13, 16-17.22-25; Mateo 1, 1-25.
Medianoche: Isaías 9, 11-6; Salmo 95; Tito 2, 11-14; Lucas 2, 1-14.
Aurora: Isaías 62, 11-12; Salmo 96; Tito 3, 4-7; Lucas 2, 15-20.
Día: Isaías 52, 7-10; Salmo 97; Hebreos 1, 1-6; Juan 1, 1-18.

FELIZ NAVIDAD

Este año celebramos la Navidad, la Natividad del Señor o el Nacimiento de Cristo en domingo, ha caído así, y siguiendo mi costumbre de comentar las lecturas de los domingos, este año lo que hare será una reflexión que nace de la oración de estos días, oración que me sirve para ir preparando las palabras que diré en las celebraciones de este fin de semana. El día de Navidad, que como el domingo tiene Vigilia o Vísperas, nos presenta 4 celebraciones distintas, con distintas oraciones y con diferentes lecturas, aunque todos los años son las mismas. Hay una celebración para la Vigilia o Vísperas, es decir para la misa de la tarde anterior, en la que se nos presenta la genealogía de Jesús y el nacimiento de Jesús según el Evangelio de Mateo, incluyendo el sueño de José, es decir lo que leímos el pasado domingo.

La misa de Medianoche, más conocido como de Gallo, en la que proclamamos el nacimiento de Jesús según nos lo cuenta el Evangelio de Lucas, el empadronamiento, el viaje, no hay sitio en la posada y da a luz María en Belén, incluye el anuncio del nacimiento de Jesús a los pastores. La misa de la Aurora continua con el Evangelio de Lucas, es decir, la adoración de los pastores al Niño recién nacido. Por último, la misa del día, nos invita a profundizar el Misterio de la Navidad, escuchando y meditando el bello prólogo del Evangelio de Juan.

Alegría, Paz, Luz y Dignidad

En este compartir, quiero ofreceros otra de las riquezas de la Iglesia, aunque sea una riqueza oculta y ocultada, pues no le damos mucha importancia, y, desde mi opinión, con la nueva versión del misal, incluso se dificulta más el significado de lo que se pide. Gracias al retiro que viví con mis compañeros el pasado viernes, he meditado estas cuatro oraciones, son las que se dicen en misa tras el Gloria y antes de las lecturas. Os las escribo para facilitaros su lectura:

Oh Dios, que cada año nos alegras con la esperanza de nuestra redención, concede a quienes acogemos gozosos a tu Unigénito, Jesucristo Señor nuestro, como Redentor poder contemplarle sin temor cuando venga también como Juez.

Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Hoy, desde el cielo, ha descendido la paz verdadera sobre nosotros.

Concede, Dios todopoderoso a los que vivimos inmersos en la nueva luz de tu Verbo hecho carne, que lo que brilla por la fe en nuestro espíritu resplandezca en nuestras obras.

Oh Dios, que estableciste admirablemente la dignidad del hombre y la restauraste de modo aún más admirable, concédenos compartir la divinidad de aquel que se dignó participar de la condición humana.

Acogida y esperanza

La primera, continuando con el Adviento nos invita a la alegría, la esperanza, la acogida al Dios que viene, y teniendo como perspectiva la segunda venida de Cristo, que esperamos sin temor, sin miedo. Me recuerda el mensaje de la Anunciación y de Isaías a Israel: Alégrate, No temas, el Espíritu Santo vendrá sobre ti, o el Señor está contigo. La Navidad es tiempo de alegría, esperanza, ilusión, cercanía, saber y gozar de que no estamos solos, de que hay Amor en nuestras vidas.

La segunda oración une la alegría a la paz. Buen momento para escuchar, cantar, meditar el villancico “Noche de paz, … “ Paz que tanto necesita el mundo, que tanto necesitamos en el corazón, paz que desciende desde el cielo, que se manifiesta en el bebe recién nacido. Paz que pedimos también para nuestro mundo en guerra, para nuestra sociedad que viven en violencia, en rechazos, en falta de acogida; y, como no, para nuestras familias.

En la tercera ya se habla de Luz, la luz que nos ilumina, que parte del nacimiento, del Niño que nos ha nacido, luz que brilla en nosotros, en nuestras obras. Si antes hemos hablado de lo que vamos a celebrar y cómo, ahora se nos indica que debemos ser coherentes con lo que celebramos. Si recibimos luz debemos dar luz, ser luz para otros. Si el nacimiento de Jesús es esperanza, alegría, amor, …, nosotros, nuestras obras, nuestras vidas deben ser motivo de esperanza, alegría, amor para tantos otros …

Por último, se nos habla de dignidad, dignidad de la condición humana, condición creada por Dios y que Dios ha querido compartir. Dios se acerca a nosotros por su Encarnación y Nacimiento, que lo hacen uno de nosotros, nosotros nos acercamos a Dios pasando de la muerte a la Vida por medio de la participación en la Resurrección de Cristo, una Resurrección que se nos empieza a hacer posible en el Nacimiento de Cristo.

Vivamos estos días con esperanza, ilusión y alegría, que sean días de paz y felicidad, y que nos ayuden a ser motivo de esperanza y alegría para todos los que nos ven y conocen.


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