DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO, 9-10-2022
2º Reyes 5, 14-17; Salmo 97; 2ª Timoteo 2, 8-13; Lucas 17, 11-19.
Segundo domingo del mes de octubre, mes de las misiones, que este
año tiene el lema “Seréis mis testigos”. Precisamente en las lecturas de hoy
nos encontramos con varias actitudes necesarias para ser testigos: gratitud
(gracias, agradecimiento, gratuidad); memoria (recuerdo); y universalidad,
apertura a todos, a todas las naciones.
Gratia
Pablo le pide a Timoteo, y en él a todos nosotros, que se acuerde de
Jesucristo, resucitado de entre los muertos. Es la base de toda vocación
misionera: tener presente a Jesucristo: su vida, su pasión, su muerte y
resurrección, todo lo que Él ha hecho por nosotros, por mí, tenerlo presente
para actuar en consecuencia, correspondiendo a lo mucho recibido por Él.
Está memoria o recuerdo de Jesucristo y de lo que ha hecho por mí
debe ir unido a un sentimiento de gratitud y de gratuidad, ambas palabras
tienen la misma raíz latina: gratia, de ella proceden los conceptos de gracia
y gratis. Los milagros de la primera lectura y del Evangelio se producen por
la Gracia de Dios, Dios concede sanar de la lepra a Naamán el sirio si se baña
en el Jordán, Jesús concede limpiar a los diez leprosos que le suplican, lo
hace gratuitamente, lo concede como gracia, no quiere ni pide nada a cambio.
Pero que no lo pida, que no se requiera no es obstáculo para que quién recibe
un don sea agradecido y quiera corresponder a la Gracia recibida, por ello
Naamán vuelve a la casa del profeta Eliseo y el leproso samaritano vuelve a
Jesús.
Vocatio
La vocación misionera es Gracia de Dios, vivirla, llevarla a cabo, es
también un acto de agradecimiento. La misión nace de la Gracia, solo se
entiende desde la gratuidad y desde el agradecimiento en todos sus aspectos.
Y, por último, la apertura a la universalidad: la salvación de Dios es
para todos, por eso, ya en tiempos del profeta Eliseo, el leproso sanado no
fue uno de los muchos judíos leprosos que había en Israel, sino Naamán el
sirio. Por ello, también, de los diez leprosos sanados sólo uno volvió a los
pies de Jesús, el samaritano.
Vivamos nuestra vocación, todos somos llamados por Dios, desde la
Gracia y la gratuidad, respondamos generosamente a los dones que Dios nos
ha dado en Jesucristo, y hagámoslo abriendo el corazón a todos.