Por JOAQUÍN SÁNCHEZ | Si hay obreros de derechas, ¿por qué no va a haber ricos de izquierdas? En este sentido, es algo llamativo que muchos sectores conservadores ataquen de forma agresiva, furibunda y sin contemplaciones cuando salen a la palestra personas que tiene un gran capital y manifiestan que son de izquierdas y piensan que la actividad económica debe ser respetuosa con el medio ambiente si queremos que la vida humana continúe, porque la vida natural continuará de una forma u otra.

Defienden que tienen que pagar sus impuestos y pagarlo donde viven porque tienen que contribuir al bien común, al desarrollo de su comunidad y de su país. Entienden que su actividad les ha ido muy, que han obtenido unos beneficios legítimos, lícitos que les permite acumular una cantidad de dinero muy importante. Entienden que, de esa cantidad importante, tienen que destinar parte a las administraciones públicas, para que éstas puedan realizar políticas educativas, sanitarias y sociales adecuadas para que cada persona pueda vivir y convivir en condiciones que podemos denominar humanas.

Solidaridad compartida

Son personas que no les da ningún dolor de barriga tener que aportar parte de lo ganado, porque entre otras cosas, pueden vivir con mucho confort y además durante varias vidas. No se van a ir a Andorra, ni a ningún paraíso fiscal ni siquiera a establecer su domicilio fiscal en otra región que no sea donde residan. De alguna manera son conscientes que, gracias al pago de los impuestos de generaciones anteriores, ellos y ellas han podido tener una formación, una educación y unas condiciones que les han permitido muy buenos resultados económicos en su actividad; de igual manera, quieren seguir con esta opción de solidaridad compartida.

Han reclamado públicamente que los enriquecidos paguen más impuestos para ayudar al bienestar y a la prosperidad de la sociedad. No sienten que el Estado les esté robando ni siquiera castigando, sencillamente hacen un ejercicio de responsabilidad social, que abarca también la defensa de los sistemas ecológicos. Entienden que la actividad económica debe ser compatible con la ética y con la conservación del planeta.

Matar al mensajero

Entiendo que se pueda objetar ante estas afirmaciones que ricos de izquierdas y ecologistas no habrá muchos y que tendrán muchas contradicciones. Aceptando esto, no deja de ser verdad hay gente que la vida les va muy bien económicamente y son honestas y quieren contribuir, desde una fiscalidad progresiva, al desarrollo social y ecológico. Cuando salen a la palestra pública estos ricos y ricas de izquierdas y ecologistas, desde los medios conservadores y ultraconservadores se les atacan a diciendo que tienen una maldad intrínseca, que pertenecen a alguna secta internacional y que quieren destruir al mundo. Desde estos sectores conservadores y ultraconservadores solo entienden la riqueza desde la avaricia, la codicia, la ambición y el poder y que cualquier actividad económica se tiene que realizar, aunque destroce el planeta. Matando a los mensajeros, se mata el mensaje.

Los ricos y ricas de izquierdas y ecologistas es una herida y un cuestionamiento ante ese inmenso mundo de enriquecidos egoístas, insolidarios e inhumanos, que solo entiende de la cuenta de resultados y que sienten que el Estado está para cubrirles sus deudas y que no tienen por qué aportar nada o muy poco al bien común. Se les considera traidores. 

Estado del Malestar

Los neoliberales entienden que quien se pueda pagar la sanidad que se la pague y quien no pueda mala suerte y si se tiene que morir que se muera. En este sentido, llevamos años en esta línea de destruir al Estado de Bienestar y cambiarlo por el Estado del Malestar, pasar de una sociedad de todas las personas y con todas las personas a una sociedad de una minoría económica, que saquea a la sociedad y destruya el planeta. Desde esta mentalidad, se dice que la gente de izquierda no puede comer gambas, solo panchitos, no puede tener un coche en condiciones, sino un coche viejo y que se caiga a pedazos, ni una vivienda adecuada, sino un cuchitril con las paredes desconchadas y muebles viejos.

Los ricos y las ricas de izquierdas y ecologistas, aunque pocos, son una brecha, una fisura en esa concepción que el dinero no tienen ninguna finalidad social. Hay que construir desde concepciones que afirman que la persona es lo primero, que la economía debe estar al servicio de la persona y en términos religiosos sería: “No se puede servir a Dios y al dinero”.


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