Domingo 26 junio 2022 | Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Hechos 12, 1-11; Salmo 33; 2Timoteo 4, 6-8.17-18; Lucas 9, 11b-17

Por JOSÉ LUIS BLEDA FERNÁNDEZ | “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.

Estas son las palabras con las que Pedro responde a la pregunta de Jesús: “Y, vosotros, ¿quién decís que soy yo?”; según el evangelio de Mateo que se proclama en la fiesta de San Pedro y san Pablo y que en la Diócesis de Cartagena celebramos este domingo.

Es lo que llamamos la confesión de Pedro, pues con ellas, Pedro, expresa lo que cree de Jesús, y se convertirán en el resumen de lo que debemos creer sobre Jesús. Creer que es el Mesías es afirmar que es la Promesa de Dios en el Antiguo Testamento, el hombre como Moisés que hablaría con Dios cara a cara, el que llevaría a realidad la Alianza, el que daría cumplimiento a todas las promesas, todas las esperanzas de Israel. Pero, también es el Hijo del Dios vivo, Jesús es también divino, y por tanto capaz de dar vida, las primeras traducciones del griego al castellano lo traducen por viviente, más que por vivo, ya que el termino griego indica no sólo que está vivo, sino que es capaz de generar, de dar vida, vivo que da vida.

En qué lugar de mi vida

Adelantamos la fiesta de san Pedro y san Pablo a este último domingo de junio, y no viene mal culminar este mes en el que terminamos la Pascua con la celebración de Pentecostés y en el que hemos celebrado diversas fiestas: Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote, Santísima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón de Jesús, …; escuchando esta invitación de Jesús a detenernos para respondernos quién es Él para mí y qué lugar ocupa en mi vida. Lo hacemos a punto de iniciar las vacaciones de verano, ya en Cieza muchos se han ido al campo, otros a la playa, o se irán en breve, la escena del evangelio se da también en un lugar de descanso, de vacaciones, Jesús se retiraba allí con sus discípulos para tener un tiempo con ellos, sin necesidad de tener que estar atendiendo a lo urgente. Ojalá que las vacaciones nos permitan a todos ocuparnos de lo importante sin el agobio de lo urgente, y lo importante para un cristiano es saber quién es Cristo, qué lugar ocupa Él en su vida, en mi vida.

Pedro da la respuesta, y esa respuesta es la piedra sobre la que se levanta la Iglesia, la comunidad de creyentes, ya que lo permite la común unión de todos los creyentes es eso, que todos creemos, al igual que Pedro, que Cristo es el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Una fe, una creencia que nos da en consecuencia la libertad y la valentía para llegar al final de nuestra meta como nos cuentan las lecturas que preceden al Evangelio.

Libertad para anunciar el Evangelio

Los Hechos de los Apóstoles nos narran la liberación milagrosa de Pedro de la cárcel de Jerusalén, en esta ocasión era casi segura su muerte, ya que el rey había matado a Santiago, pero no es un rey quién decide el futuro de una vida sino Dios, y Pedro es liberado, libre para ir a los suyos, libre para seguir proclamando el Evangelio, libre para al final, cuando llegue el momento, entregar también la vida por el Evangelio. ¿Mi fe me hace consciente de mi libertad? ¿Soy libre para anunciar el Evangelio?

Por otro lado, Pablo, en la segunda lectura, escribe a Timoteo una carta de despedida ya que considera que su fin está cerca, pero es una carta llena de agradecimiento a Dios porque lo eligió apóstol, porque le ha acompañado en todas sus fatigas y en todos los peligros, porque le permite a él, antiguo perseguidor de la Iglesia, llegar a la meta final entregando la vida por el Evangelio. Mis luchas, mis fracasos, mis fatigas, mis preocupaciones, ¿son por el Evangelio o por otras cosas (dineros, propiedades, pagos, cobros, cargos, prestigio, situación social, …)? ¿Son una oportunidad para ver la presencia de Cristo a mi lado, que me acompaña, que las vive conmigo, porque Él vive en mí?

Ojalá la confesión de la fe que cada uno haga no se quede solo en unas palabras, en repetir lo que dijo Pedro, sino que nos lleve a vivir en libertad y directos hacia la meta que es Cristo.