VIGILIA PASCUAL | Domingo, 17 abril 2022 | Génesis 1, 1 – 2, 2; Génesis 22, 1-18; Éxodo 14, 15 – 15, 1; Isaías 54, 5-14; Isaías 55, 1-11; Baruc 3, 9-15.32 – 4,4; Ezequiel 36, 16-17a.18-28; Romanos 6, 3-11; Salmo 117; Lucas 24, 1-12

Por JOSÉ LUIS BLEDA | He escogido las lecturas de la Vigilia Pascual para ofreceros mi reflexión a la Luz de la Palabra porque en ellas nos encontramos con la versión de Lucas de la Resurrección, y por su gran riqueza.

Cuando se nos muere alguien a quien amamos, la fecha de su partida se nos queda grabada, y, al igual que con el nacimiento, el primer año del bebe celebramos cada mes y luego cada año el cumpleaños, con los difuntos los recordamos cada mes, y luego cada año. Esto explica que la fecha exacta de la muerte de Jesús sea la que nos ha llegado desde los primeros cristianos: el 14 del mes de Nissán, el primer viernes de luna llena de la primavera, y por ello, cada año, el primer viernes de luna llena de primavera celebramos el Viernes Santo, y la noche del siguiente día nos reunimos en vigilia de oración para esperar el amanecer del tercer día.

La noche lleva a la Creación

Aunque la luna nos ilumina reflejando la luz del sol, lo cierto es que la noche es el momento de las tinieblas de la nada. Por ello, al reunirnos de noche, no falta el fuego, y la reunión en torno al fuego, como se hacen en los campamentos. La noche nos lleva al origen, cuando no existía la luz, por ello, la primera lectura de esta noche es la de la Creación, una Creación que culmina con la creación del ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios. Y ¿si la Resurrección de Jesús se produjo en el aniversario de aquella noche en que Dios comenzó a crear? ¿También pudo ser en el aniversario de la creación de Adán? … Reunidos en la oscuridad, iluminados por la luz del fuego y de las candelas, recordamos nuestra historia, nos cuentan los momentos más importantes de nuestra historia. Ahí nos encontramos con el relato del sacrificio de Isaac, el hijo de Abraham, quién dispuesto a ofrecer a Dios lo mejor que tiene, estaba dispuesto a sacrificar a Isaac, lo tenía atado, ya estaba oscureciendo, y la voz de Dios lo detiene: Dios no nos pide que sacrifiquemos, que le entreguemos la vida que nos da, quiere que la vivamos, y al vivirla se la vayamos dando, es Él quién nos da lo que tenemos que sacrificar, y, en Jesús, será Él quien se sacrifique por nosotros. Pero, vivir la vida entregándonos a Dios requiere de la Libertad, por ello la tercera lectura nos narra el paso del mar Rojo, paso que liberó definitivamente al pueblo de esclavos, y aniquiló al Imperio esclavista. Dios saca a su pueblo de la esclavitud y lo conduce por tierra seca, firme, hacia la Tierra Prometida, quizá, también la noche de la Resurrección fuera en el aniversario de la noche en que su pueblo atravesó andando el mar Rojo, pisando tierra seca.

Luego vienen los profetas, que nos hablan del amor de Dios a su pueblo, a todos y cada uno de nosotros: un amor eterno, un amor que nos llama a ir hacia él, que nos invita a caminar iluminados por la claridad o la luz que procede de Él, un amor que nos purifica, nos limpia, y hace que nuestro corazón sea un corazón nuevo, de carne, no de piedra, un corazón capaz de amar y de corresponder al Amor.

Protagonismo de las mujeres

Entramos después en la lectura de la carta de los Romanos, dónde se explica al creyente que en su bautismo quedó unido a Cristo, unido en su muerte y Resurrección, para luego llegar al relato de la Resurrección. En Lucas, como en todos los evangelios, son las mujeres las que van de madrugada al sepulcro. La mujer, la amada, la esposa, es el amor el que las impulsa a ir a buscar a Jesús, aunque sea muerto, necesitan verlo, tocarlo, perfumarlo, … Y son ellas las que se encuentran con el sepulcro vacío y el testimonio de dos testigos: “Ha resucitado”. A Jesús no se le puede encontrar ya entre los muertos, sino entre los vivos. Ellas se convertirán en las primeras misioneras, las primeras en anunciar el kerigma, de anunciar la Resurrección de Jesús, y lo anuncian a los apóstoles, quiénes no les creen, sólo Pedro irá a ver, y ve algo que le extraña, los lienzos: si uno roba o se lleva un cadáver no se entretiene en quitar los lienzos al cadáver, en desatarlo, se lo lleva con todo, si los lienzos están en la sepultura, es porque el muerto se ha desatado, soltado, está vivo.

Fiémonos de las mujeres, de su testimonio, de lo que nos dicen, creamos en la Resurrección y busquemos a Cristo no en las tradiciones, normas, costumbres, …, en el pasado, en lo muerto, busquémoslo entre los vivos.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Imagen de Daniel Reche en Pixabay

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es JL-Bleda-1.jpeg

José Luis Bleda Fernández

Sacerdote | Párroco de San Juan Bosco (Cieza, Murcia)