Domingo de Ramos | 10 abril 2022 |
Lucas 19, 28-40; Isaías 50, 4-7; Salmo 21; Filipenses 2, 6-11; Lucas 22, 14–23, 56
Por JOSÉ LUIS BLEDA | Llegó la Semana Santa, llegó el Domingo de Ramos, un domingo donde se proclama el Evangelio al inicio de la celebración, a la entrada, para luego representarlo el que preside la celebración entrando al Templo como Jesús entró a Jerusalén aclamado por el pueblo, por los discípulos, por sus seguidores. Más adelante, ya en la Liturgia de la Palabra, las lecturas nos llevan a la Pasión de Jesús: Isaías en su profecía nos presenta al siervo de Yahvé maltratado, golpeado, como Cristo en la flagelación; el salmo 21 nos ofrece como respuesta la misma frase que los evangelios de Mateo y de Marcos ponen en boca de Jesús crucificado: “Dios mío, Dios mío; ¿por qué me has abandonado?”; y el himno cristológico que nos presenta la Carta a los Filipenses y nos describe a Jesús que se abaja, se humilla, toma nuestra condición, la condición de siervo y de esclavo, para acabar siendo exaltado por Dios.
Evangelio de la Misericordia
Luego tenemos la Pasión según san Lucas, a modo de preludio de todo lo que viviremos en la Semana Santa, los capítulos 22 y 23 del Evangelio de Lucas, también conocido como el Evangelio de la Misericordia. Una Misericordia que se muestra ya en las palabras de Jesús en la última cena. En esta versión se nos da a entender que Judas participa en toda la cena, no la abandona antes, Judas bebe del primer cáliz, toma del pan, también recibe el segundo cáliz, y Judas es uno de los doce, de los llamados a sentarse en uno de los doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, se anuncia su traición, y Jesús se lamenta por él, como también anuncia las negaciones de Pedro y nos dice que todos necesitan convertirse a Dios. También yo, nosotros, al iniciar la Semana Santa, al situarnos ante la Pasión, Muerte y Resurrección, necesitamos convertirnos, volvernos a Dios, escuchar su llamada al servicio, a la humildad, a la pequeñez, …
Evangelio del Perdón
Muchos otros detalles podrían ser comentados de la Pasión de Lucas, pero esto sería ya más un librito que una reflexión. Por ello, quiero terminar con dos características de la Pasión, de Jesús en la cruz que sólo encontramos en el Evangelio de Lucas, el Evangelio del Perdón:
El primero es la oración de perdón que Jesús eleva al Padre nada más ser crucificado. Oración de perdón y de justificación: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Perdón sin límites, no como el nuestro, que esperamos que nos pidan perdón para perdonar: ni los que se burlaban de él, ni los sacerdotes que tras condenarlo le llevan a Pilato, ni quiénes le clavan en la cruz, le piden perdón, …, pero Él intercede al Padre por ellos. Una muestra más de que Dios es Todopoderoso no porque lo pueda castigar todo, sino porque lo puede perdonar todo y a todos.
Estarás conmigo en el paraíso
El segundo es la conversación de Jesús con los dos ladrones que crucifican con Él, que acaba con la promesa al ladrón que se convierte, que reconoce que él merece lo que está sufriendo al tiempo que ve que Jesús es inocente, sufre sin merecerlo, y le pide que se acuerda de él. Jesús promete, afirma: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.” Jesús muere salvando, llevando al paraíso a aquél que se ha convertido, que se ha vuelto hacia Él.
Ojalá que la Iglesia, nosotros, yo, no aspiremos nunca a tener más poder que el que tuvo Jesús en la cruz: el de perdonar, el de salvar.
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Sacerdote | Párroco de San Juan Bosco (Cieza, Murcia)