Manifiesto 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) – Juventud Obrera Cristiana (JOC)
“Me despidieron cuando pedí que cumplieran la ley” (Cristina, empleada de hogar que cobraba por debajo del salario mínimo interprofesional)
“Tenía miedo a enfermar, pero también a ser despedida por faltar al trabajo”. (Delia, trabajadora doméstica que durante el confinamiento siguió acudiendo a la casa donde trabajaba)
Estos testimonios ponen de relieve cómo las mujeres seguimos padeciendo la desigualdad, la precariedad, el empobrecimiento y la exclusión en el mercado laboral y que la crisis sanitaria ha agravado aún más. De hecho, la pandemia ha retrasado el logro de la igualdad en 135,6 años, según el Foro Económico Mundial (FEM), que en 2020 estimaba que se necesitarían 99,5 años.
Además, hemos estado más expuestas, y lo seguimos estando, a la COVID-19, pues trabajamos, mayoritariamente, en el sector servicios: sanidad, educación, hostelería, comercio, y sosteniendo los sistemas de cuidados y trabajo doméstico lo que significa que incluso en estos momentos, que, poco a poco se va notando cierta recuperación económica en nuestro país, a nosotras se nos sigue dejando fuera.
Los datos lo corroboran:
• La tasa de actividad se sigue manteniendo un 10% más baja que la de los hombres
• La temporalidad llega al 41% y los contratos a tiempo parcial al 74%.
• La tasa de desempleo alcanza el 16,36%, lo que supone un 3,5% más alto que el masculino.
• Las mujeres cobran 14,1% menos que los hombres de media, lo que equivale a dos meses de salario.
• Las mujeres trabajan gratis 43 días al año.
• Las mujeres de entre 25 y 44 años sin hijos tienen la más alta tasa de empleo (72,8%). A medida que aumenta el número de hijos e hijas, disminuye dicha tasa (con 3 o más hijos-as: 53,7%).
• El 27,2% de las mujeres se encuentran en riesgo de pobreza.
• La pensión media de las mujeres es de 837,98€ mientras que la de los hombres es de 1260,02€.
Estos porcentajes reafirman la situación de vulnerabilidad que vivimos: sufrimos más el paro, la temporalidad, la parcialidad, el desempleo; cobramos menos, trabajamos más; se nos castiga por ser madres; y la cuantía de nuestras pensiones son más bajas. Y si somos jóvenes e inmigrantes la desigualdad se duplica y/o triplica.
Por eso, en este 8 de marzo, más que nunca, la JOC y la HOAC:
• Reivindicamos el derecho a un trabajo digno y a la dignidad del trabajo como dimensión esencial para que se reconozca nuestra humanidad y no se nos impida aportar a la construcción de una sociedad decente desde nuestra singularidad.
• Compartimos el planteamiento de la OIT, que la salida a esta situación pasa por la recuperación con perspectiva de género, reflotando a las trabajadoras sumergidas, introduciendo subidas de salario mínimo, incrementando los servicios públicos que mejoren sus condiciones para la participación y asegurando la implantación de igual salario a igual trabajo .
• Demandamos un cambio de modelo en la organización y financiación de los cuidados, de manera que se convierta en una prioridad política y mejore las condiciones de empleo en este sector altamente feminizado.
• Hacemos una llamada a todas las mujeres para generar espacios seguros en los que nos encontremos y tomemos conciencia de que nuestra situación de desigualdad y discriminación está provocada por un sistema social (patriarcado) y económico (capitalismo) que nos ignora y utiliza.
• Nos comprometemos a seguir luchando junto a otros movimientos y organizaciones eclesiales, sindicales, sociales y políticas para acompañar a las mujeres; cambiar la mentalidad patriarcal y capitalista; trabajar para que las instituciones garanticen los derechos de todas las mujeres a un trabajo digno; y a seguir generando experiencias que vislumbren una sociedad más justa e igualitaria.
Queremos seguir construyendo, en nuestra Iglesia y en el mundo, la comunidad de iguales que Jesús creó; y, como aquellas mujeres discípulas que anunciaron su resurrección, seguir comunicando la esperanza en nuestros ambientes, promover la justicia social, los derechos humanos y la igualdad de género. Porque no hay esperanza sin lucha, la JOC y la HOAC seguiremos trabajando “hasta que la igualdad se haga costumbre”.