José Luis Bleda nos ofrece, un año más, una iluminación para reflexionar cada una de las estaciones que podemos aplicar en nuestras vidas

               El Viacrucis, el camino de la cruz, es una oración tradicional de la Iglesia, en la que se nos invita a recorrer, con Jesús su camino hacia la cruz, desde el enlosado del Pretorio, donde fue condenado a muerte, hasta el Calvario, donde fue crucificado.

         El origen se remonta a los tiempos de Santa Elena (principios del siglo IV), madre del emperador Constantino; ella peregrinó a Jerusalén en busca de restos que probaran lo que los Evangelios contaban; una de las cosas que realizó fue el señalar el viacrucis, el camino de la cruz, y como oración para los peregrinos se pusieron las estaciones, unas basadas en los relatos de los Evangelios y otras en la tradición oral que se había transmitido de padres a hijos.

         Fue ya en el siglo XIII cuando los franciscanos, custodios de Tierra Santa, divulgaron el Viacrucis, hasta entonces algo que sólo se hacía en Jerusalén, por toda la Cristiandad, en sus conventos crearon recorridos con las 14 estaciones. Fue un franciscano, san Leonardo de Porto Mauricio quién en el siglo XVIII lo llevó a Roma, iniciando los célebres viacrucis del Viernes Santo alrededor del Coliseo, en el año santo de 1750.

         Para este año, he buscado un texto del Evangelio de Lucas para iluminar cada una de las estaciones y, como algunas no tienen referente en el Evangelio, he buscado otros textos: así, en la segunda, como el texto de Lucas, además de muy breve, la presenta en unión con la del Cirineo, que es la quinta, he escogido las palabras de Jesús que nos invita a cargar con la cruz, y que en Lucas aparece en diversas ocasiones; luego, en las estaciones de las caídas he puesto los tres anuncios de la Pasión que Jesús hace camino de Jerusalén; en lugar del encuentro con su Madre, el relato de cuando sus familiares van a buscarlo, en lugar de la Verónica, la unción en la casa de Simón el fariseo,

ORACION INICIAL

Abre mis ojos. Toca mi corazón.

Descúbreme lo grande que es tu amor por mí.

Que yo me convierta a ti definitivamente.

Que me aparte del pecado,

que es lo que te hace sufrir.

¡Perdona!

Todo me lo enseñas abrazado a la cruz:

amor, dolor, paciencia,

entrega, perdón, obediencia….

Santa María,

que comprenda lo que Dios quiere decirme

precisamente a mí

y precisamente ahora,

mientras revivo la pasión de tu Hijo. Amén.

I ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 23, 13-25.

Entonces Pilato reunió a los jefes de los sacerdotes, a las autoridades y al pueblo y les dijo: “Me habéis traído a este hombre diciendo que está alterando el orden público; pero yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en él ningún crimen de los que le acusáis. Y Herodes tampoco, puesto que nos lo ha devuelto. Es evidente que no ha hecho nada que merezca la muerte. Por tanto, voy a castigarlo y luego lo soltaré”. Entonces toda la multitud se puso a gritar: “¡Quítanos de en medio a ese y suéltanos a Barrabás!” Este Barrabás estaba en la cárcel a causa de una revuelta ocurrida en la ciudad y de un asesinato. Pilato, que quería poner en libertad a Jesús, habló de nuevo a la gente. Pero ellos continuaban gritando: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”. Por tercera vez les dijo: “¿Pues cuál es su delito? No he descubierto en él ningún crimen que merezca la muerte, así que voy a castigarlo y luego lo soltaré”. Pero ellos insistían pidiendo a grandes gritos que lo crucificara; y sus gritos arreciaban cada vez más. Así que Pilato resolvió acceder a lo que pedían, puso en libertad al que tenía preso por una revuelta callejera y un asesinato, y les entregó a Jesús para que hiciesen con él lo que quisieran.

Cada vez que leo en los evangelios el relato del juicio a Jesús, vienen a mi mente escenas de linchamientos en las películas, junto con las noticias que nos muestran como popularmente se pide que vuelva a ponerse la pena de muerte, y, como el aborto, la eutanasia. Si algo nos deja claro el Evangelio de Lucas en el juicio que hace Pilato es la inocencia de Jesús. Pilato creía en la inocencia de Jesús, pero aun sabiendo que era inocente, ante los gritos de las gentes y la insistencia de las autoridades de religiosas y civiles del pueblo de Israel, Pilato decide condenarlo. Si algo tenemos claro de la guerra de Ucrania es que debería haberse evitado, pero los intereses de Rusia y de EEUU están por encima de la paz y de la vida del pueblo de Ucrania. Si algo tenemos claro es que la vida es sagrada y hay que protegerla, se defiende la vida de los animales, del lobo, pero a los no nacidos y a los ancianos, a los que “no nos sirven” podemos eliminarlos, como en aquel momento hicieron con Jesús, era inocente, pero era un peligro para la posición de las autoridades y fue entregado entre los gritos de un pueblo manipulado.

Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí.

II ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 9, 23-25.                                                                                           

Y añadió, dirigiéndose a todos: “Si uno quiere ser discípulo mío, deberá olvidarse de sí mismo, cargar con su cruz cada día y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que entregue su vida por causa de mí, ese la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si él se pierde o se destruye a sí mismo?”

Seguir a Jesús no es fácil, no es para quienes pretenden llevar una vida cómoda, tranquila, sin complicaciones, .., ya que requiere esfuerzo, sacrificio, trabajo, compromiso, … La vida no es fácil, nunca lo ha sido, y menos, cuando la vida es compartida, se vive con otros y nos ata a otros: cuidar al padre o la madre enfermos o con alzhéimer, acompañar al esposo, al hermano con cáncer, vivir con el hijo drogadicto; las enfermedades, las adicciones, los problemas de los más cercanos, los problemas de las gentes que nos rodean, no llegar a fin de mes, ver gente que se queda en la calle, conocerlos, escucharlos, querer hacer algo y no poder, … Todo esto genera impotencia, lo único que se puede hacer es seguir adelante, acompañar, …, pero sin ser capaces de solucionar. Esto es llevar la cruz cada día, a esto somos llamados si queremos no solo ver como espectadores este viacrucis, sino acompañar realmente como seguidores a Jesús, quién lo recorrió por todos y cada uno de nosotros.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

III ESTACIÓN: CAE JESÚS POR PRIMERA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 9, 22.

Les dijo también: “El Hijo del hombre tiene que sufrir mucho; va a ser rechazado por los ancianos del pueblo, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley que le darán muerte, pero al tercer día resucitará.”

Este primer anuncio de la Pasión que nos presenta el Evangelio de Lucas, Jesús lo hace a sus apóstoles después de haberles preguntado quién dice la gente que es él y quién es él para ellos, y, tras la confesión de Pedro. ¿Quién es Jesús para mí? Como Pedro, con Pedro puedo decir, lo decimos los cristianos cuando rezamos el Credo, aunque con otras palabras, que es el Hijo de Dios, el Mesías, el Dios que se ha encarnado y hecho hombre, …, lo reconocemos en la Eucaristía, adorándolo en el Santísimo Sacramento, lo veneramos en las imágenes, … Pero, ¿somos capaces de reconocerlo en el rechazado por las autoridades de nuestro pueblo, por los que nos dirigen social, civil e incluso religiosamente? ¿de reconocerlo en el abandonado, moribundo, dejado en la cuneta, en la calle, en la patera, en el Mediterráneo, en la cárcel, en Ucrania, …? La madre Teresa de Calcuta, para iniciar su obra y fundar las misioneras de la caridad, antes tuvo que ver a Cristo en un moribundo, en un moribundo de la clase más baja de la India, uno que estaba tirado en la calle, muriéndose en la calle, rodeado de basura, mientras la gente pasaba a su alrededor, lo esquivaba para no pisarlo, para no tocarlo, como hiciera el sacerdote y el levita de la parábola del Buen Samaritano, y esa visión le cambió la vida. Conocer a Cristo, aceptar su Pasión, verlo presente en los que sufren es algo que nos cambia la vida ¿Lo vemos? ¿Ha cambiado nuestra vida?

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

IV ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 8, 19-21.

En cierta ocasión fueron a ver a Jesús su madre y sus hermanos; pero se había reunido tanta gente que no podían llegar hasta él. Alguien le pasó aviso: “Tu madre y tus hermanos están ahí fuera, y quieren verte”. Jesús contestó: “Mi madre y mis hermanos son todos los que escuchan el mensaje de Dios y lo ponen en práctica”

Sin duda que María, la Madre, estaría cerca del Hijo, y si bien es difícil que realmente se produjera el encuentro entre Madre e Hijo como la tradición nos cuenta, esto no nos lo transmite ninguno de los cuatro evangelios. Lo más seguro es que Jesús, en toda su Pasión: en la flagelación, en el camino al Calvario, en la cruz, tuviera en su mente y en su corazón presente a su Madre; así como también podemos asegurar que ella trataría de acompañar, de estar cerca, de apoyar, a su Hijo, precisamente en ese momento difícil de dolor, de muerte, de sacrificio. Hoy, aquí y ahora, nosotros, como María, con María, estamos invitados a acompañar a Jesús, a estar cerca de él, pero para ello tenemos que vivir las dos condiciones que Jesús indicó para ser parte de su familia: escuchar su mensaje, el mensaje de Dios, y ponerlo en práctica, vivirlo, hacerlo vida.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

V ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 23, 26.

Cuando lo llevaban para crucificarlo echaron mano de un tal Simón, natural de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús.

Lucas en su Pasión no nos dice si Simón era seguidor de Jesús, si lo conocía, simplemente que era de Cirene y que volvía del campo, venía de trabajar y se encontró con el cortejo que conducía a los condenados al Calvario, y fue obligado a llevar la cruz. Hoy, para nosotros, en el Viacrucis, es un honor llevar la cruz de paso en paso. Simón, lo hizo a la fuerza, fue obligado. ¿Cuántas veces hacemos las cosas sin ganas, por obligación? ¿limpiar, preparar la comida, atender a los mayores que ya han perdido facultades, atender a los niños, ir a misa, al trabajo, ..? Nadie nos lo agradece, ni lo va a agradecer,.., a Simón, nadie se lo agradeció, seguro que Jesús le concedió una de sus miradas, pero los Evangelios no lo dicen, eso sí, todos lo nombran y ha pasado a la historia. La verdad, es que no importa cómo lo hizo, sino que lo hizo, y fue una experiencia que le cambio la vida, Marcos en su Evangelio nombra a sus hijos, lo que nos indica que él y sus hijos formaron parte de la comunidad cristiana de Jerusalén. Llevar la cruz de Jesús, llevar la cruz de otro, ayudar, actuar,.., es como se comienza,… San Francisco de Asís, antes de escuchar la voz de Jesús visitaba y ayudaba a los leprosos.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

VI ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 7, 36-39.44-47.

Un fariseo invitó a Jesús a comer. Fue, pues, Jesús a casa del fariseo y se sentó a la mesa. Vivía en aquella ciudad una mujer de mala reputación que, al enterarse de que Jesús estaba en casa del fariseo, tomó un frasco de alabastro lleno de perfume y fue a ponerse detrás de Jesús, junto a sus pies. La mujer rompió a llorar y con sus lágrimas bañaba los pies de Jesús y los secaba con sus propios cabellos; los besaba también y finalmente derramó sobre ellos el perfume. Al verlo, el fariseo que había invitado a Jesús se dijo para sí mismo: “Si este fuera profeta, sabría quién es y que reputación tan mala tiene la mujer que está tocándolo.”

Y volviéndose a la mujer, dijo a Simón: “Mira a esta mujer. Cuando llegué a tu casa, no me ofreciste agua para los pies; en cambio, ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tampoco me diste el beso de bienvenida; en cambio ella, desde que llegué, no ha cesado de besarme los pies. Tampoco vertiste aceite sobre mi cabeza; pero ella ha derramado perfume sobre mis pies. Por eso te digo que, si demuestra tanto amor, es porque le han sido perdonados sus muchos pecados. A quien poco se le perdona, poco amor manifiesta.”

Sin duda que todos quisiéramos estar cerca de Jesús, lo quisiéramos tener a la mesa, invitado en nuestra casa, le serviríamos lo mejor, con la mayor delicadeza, ofreciéndole lo más caro, la mejor vajilla, la comida que mejor nos sale, pero ¿nos daríamos nosotros mismos? Jesús no quiere lo que se puede comprar, nos quiere a nosotros, él no necesita nada, por eso prefiere la pequeña moneda de la viuda al donativo espléndido; por eso prefiere las lágrimas, los cabellos y el perfume de esta mujer, a los manjares suculentos que le ha ofrecido el fariseo Simón; se fija más en la atención, la escucha, la entrega de María, que en los afanes de Marta por prepararle la cena. No fueron los apóstoles, ni alguno de sus seguidores rico o influyente quiénes pudieron aliviarlo, sino una mujer, que, con ternura, con amor, le limpio el rostro. En estas circunstancias cuenta más el amor con que se actúa que la calidad o cantidad de cosas.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

VII ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas, 9, 43b-45.

Mientras todos seguían admirados por lo que Jesús había hecho, él dijo a sus discípulos: “Escuchadme bien y no olvidéis esto: el Hijo del hombre está a punto de ser entregado en manos de los hombres.” Pero ellos no comprendieron lo que les decía; todo les resultaba enigmático de modo que no lo entendían. Y tampoco se atrevían a pedirle una explicación.

Este segundo anuncio de la Pasión lo hace tras la curación de un muchacho endemoniado. Todos estaban admirados, lo veían como alguien poderoso, ni las fuerzas sobrenaturales podían con él. Precisamente por esto, Jesús les insiste a los suyos, a sus discípulos, que será entregado, y no por demonios, sino por los hombres. No lo entendían, como tampoco hoy lo entendemos, pues no es lógico el fracaso, la derrota, la muerte, y, menos para el que es poderoso, para el bueno, para el Hijo de Dios, ¿cómo va a querer Dios que el bueno, el justo, el honrado, sufra, padezca, fracase y muera? Hoy tampoco entendemos que, a fulanito, que toda su vida la ha puesto al servicio de la parroquia le diagnostiquen un cáncer, que tal misionera, tras cuarenta años de misión en África, llegue a Europa y al mes haya perdido la cabeza, … Son cosas que no pueden pasar, que no nos deberían pasar. Pero tenemos el ejemplo de Job, o, el sufrimiento de tantos santos y mártires a lo largo de la historia, todos tuvieron que pasar no una, sino muchas dificultades ¿qué no viviría santa Teresa de Jesús con la Inquisición que, a punto de morir, exclamó “A fin muero como hija de la Iglesia”?

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

VIII ESTACIÓN: JESÚS Y LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 23, 27-31.

Lo acompañaba mucha gente del pueblo junto con numerosas mujeres que lloraban y se lamentaban por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad, más bien, por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque vienen días en que se dirá ¡Felices las estériles, los vientres que no concibieron y los pechos que no amamantaron! La gente comenzará entonces a decir a las montañas: ¡Caed sobre nosotros!, y a las colinas: ¡Sepultadnos! Porque si al árbol verde le hacen esto, ¿qué no harán al seco?”

Llorar es fácil, hasta podemos hacerlo viendo una película y sabiendo que es ficción lo que estamos viendo, pero si toca nuestras fibras sensibles… Ante la Pasión es fácil llorar, es humano hacerlo, sólo hay que dejar que las imágenes, los relatos, lleguen al corazón a nuestro interior ¿Cuántas lágrimas no hemos visto al paso del Cristo, del Nazareno…? Pero ¿de qué nos sirven las lágrimas de hoy, del ahora, si sólo se quedan en lágrimas? Lloramos, pero seguimos cruzados de brazos, no estamos dispuesto a hacer nada, menos a complicarnos la vida, a plantearla de otra manera. Lucas con esta escena nos dice que, en un mundo, en una sociedad, dónde Jesús, el inocente, es condenado, nadie está a salvo, todos podemos ser condenados. Si rechazamos a Dios, rechazamos la vida, el sentido de esta, podemos construir, pero construimos algo vacío, sin alma, sin motor que sustente y que anime, y construimos nuestra propia destrucción. No es casualidad que en las sociedades más desarrolladas, con más recursos y mayor nivel de bienestar es dónde son más altos los índices de suicidio, donde más se aborta, donde más se lucha por la eutanasia, donde más gente no quiere vivir.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

IX ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 18, 31-34.

Jesús, tomando aparte a los Doce, les dijo: “Ya veis qué estamos subiendo a Jerusalén, donde ha de cumplirse todo lo que escribieron los profetas acerca del Hijo del hombre. Allí será entregado en manos de los extranjeros que se burlarán de él, lo insultarán, le escupirán, lo golpearán y le darán muerte. Pero al tercer día resucitará.” Los apóstoles no comprendían nada. No podían entender lo que Jesús les decía, porque el sentido de sus palabras era un misterio para ellos.

Tercera y última caída, tercer anuncio de su Pasión que en este Evangelio tiene la peculiaridad de la referencia a los “extranjeros”, y, esta vez con un sentido bien distinto a cuando nos referimos a inmigrantes y refugiados. Extranjeros son también los poderosos, invasores, en aquel momento, extranjeros para los judíos eran los romanos, cuya cabeza visible en Jerusalén era Pilato. Los judíos eran fuertemente nacionalistas, como hoy también los encontramos entre los españoles y los catalanes, precisamente los herodianos y los miembros del Sanedrín usaban el odio hacia el Imperio para ganarse el favor del pueblo. Hoy pasa lo mismo: los que echan la culpa a los inmigrantes de todos los males: paro, mal funcionamiento de la Seguridad Social, falta de subsidios, colas,.., son los mismos que defienden las inversiones de las grandes multinacionales en España, la privatización de empresas de interés nacional a manos de empresas extranjeras, no cuestionan la presencia militar extranjera en nuestro país, ni el negocio con países que pueden llenar las arcas del Estado, aunque en sus naciones no se respeten los derechos humanos más básicos. Un inmigrante, un sintecho, uno que huye sin nada, no es un deportista de élite, ni un jeque árabe, …,  a estos se les da la nacionalidad, pasan sin problema la frontera, se les entrega la economía del país, aceptamos que nos financien; a los otros hay que expulsarlos, dejar que se ahoguen en el Mediterráneo, … Y cuando esto se nos echa en cara, como los apóstoles, no comprendemos.

Señor, pequé.                                                                                  ,

Ten piedad y misericordia de mí.

X ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE LAS VESTIDURAS

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 23, 34c.

Los soldados se repartieron las ropas de Jesús echándolas a suertes.

Una de las últimas humillaciones que se puede hacer a un ser humano es mostrarle que no es nadie, que no le importa a nadie, que no tiene nada, y mostrárselo justo en el momento antes de ejecutarlo, de matarlo, de asesinarlo. Así, los nazis en los campos de exterminio, solían hacer desnudarse a los que iban a ser gaseados, ametrallados,.. No sólo es porque no hace falta la ropa para morir, es por humillar. Jesús, como los crucificados de su tiempo, pasó por esa humillación, lo dejan desnudo, lo expropian de todo, incluso de su túnica que tendría un gran valor, no sólo material por ser de una pieza (como se nos indica en otro Evangelio) sino sentimental (se la habría hecho su madre, era un regalo de alguna de sus amistades como las hermanas de Betania,…) y ahora, los soldados se la juegan, como otros se juegan la pensión, la paga, lo que se necesita para mantener el hogar y a la familia, como se subastan bienes, casas, de familias que por quedarse sin trabajo, sin dinero, ven como su hogar pasa a manos de una entidad financiera, que no la necesita, y ellos quedan en la calle.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

XI ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 23, 33-34a.

Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, crucificaron a Jesús y a los dos criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. Jesús entonces decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

No sabemos lo que hacemos. ¿Es posible poner un clavo sobre la piel, en las manos y los pies, y golpearlo, clavando a una persona en una madera, sin saber lo que se hace? El perdón de Dios llega a todos, y lo cubre todo. Cuando confesamos que Dios es todopoderoso es porque sabemos que Dios lo puede perdonar todo, y, siempre. Jesús en la cruz, crucificado, no solo se identifica con todos los condenados y encarcelados, ya lo estén justa o injustamente, sino que también se nos presenta como imagen máxima del Poder de Dios, de su Amor, de su Entrega, de su Sacrificio por nosotros. Es la religión al revés, no son los fieles los que se sacrifican por Dios, es Dios quién se sacrifica por todos y cada uno de nosotros. Ojalá comprendamos y entendamos esto, ojalá que nosotros, como cristianos, como Iglesia, no aspiremos a tener nunca más poder del que tuvo Jesús en la cruz.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

XII ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 23, 44-46.

Alrededor ya del mediodía, la tierra entera quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde. El sol se ocultó y la cortina del Templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, lanzando un fuerte grito, dijo: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” Y dicho esto, murió.

Tras la muerte viene el silencio, ante la muerte todo calla, incluso Dios. Impresiona el silencio de Auschwitz, el campo de exterminio donde millones de personas sufrieron, fueron asesinadas y desaparecieron en los hornos crematorios: ¿Dónde estaba Dios? ¿Por qué calla Dios ante el Mal, ante la Muerte? En el Evangelio de Lucas, cuando el sol se oculta se rasga la  cortina del Templo, cortina puesta por la clase sacerdotal (el clericalismo de entonces) para que el pueblo no pudiese ver lo sagrado, para ocultar la verdad, para manipular al pueblo y presentarse ellos como más que los otros, porque solo ellos pueden ver lo que hay detrás de la cortina. En Jesús muerto y colgado de la cruz, lo sagrado está presente en el cadáver que cuelga, en la vida entregada, consumida, gastada por amor, Jesús ha quemado su vida, se ha gastado dando luz, y, ahora cuando se apaga pasa a las manos de Dios, un Dios que queda en lo que se ve, que queda a la vista de todo aquél que quiera mirar, que rompe con los misterios, ritos, y especulaciones de la clase sacerdotal, inventos, para ser clase superior, por ello, Jesús no fue sacerdote (no era de la tribu de Leví, ni descendiente de Aarón), y los primeros cristianos no tenían sacerdotes, si este se recupera es como modo de ser junto con todo el pueblo, con todos los bautizados, algo sagrado, y como servicio al resto de los hermanos, servicio que debería llevarnos hasta la consumación final, hasta la entrega de la vida, como hizo Jesús. Que la contemplación de Jesús muerto en la cruz nos lleve al compromiso de luchar contra toda forma de clericalismo que tanto mal ha hecho y está haciendo en nuestra Iglesia.

Señor pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

XIII ESTACIÓN: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.                                                                             

Del Evangelio de Lucas 23, 50-53a.

Había un hombre bueno y justo llamado José, que era miembro del Consejo Supremo, pero que no había prestado su conformidad ni al acuerdo ni a la actuación de sus colegas. Era natural de Arimatea, un pueblo de Judea, y esperaba el reino de Dios. Este José se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Después lo bajó de la cruz.

En José de Arimatea vemos como todos podemos seguir a Jesús, aunque hayamos estado en silencio, mirando a otro lado, siendo indiferentes hasta ahora. Con José de Arimatea se nos dice que los poderosos, los bien situados, los ricos también pueden seguir a Jesús. El hecho de que Jesús prefiriera a los pobres, anunciara el Evangelio a los pobres y nos indicara el camino de la pobreza para llegar a Él, no implica el rechazo hacia los ricos. De hecho, Jesús come con ricos, habla con ellos, y también hace milagros a petición de los ricos, como el de la hija de Jairo. Pero, el rico, al igual que el pobre, para ser discípulo de Jesús, tiene que ser capaz de reconocer a Cristo en el Crucificado, y de dar la cara por el Crucificado, pedir su cuerpo, bajarlo de la cruz, abrazarlo y tocarlo. Si no somos capaces de tocar a los crucificados, de dar la cara por ellos, no podemos seguir a Jesús.

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

XIV ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO

Te adoramos Cristo y te bendecimos.

Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas 23, 53b-56.

… lo envolvió en un lienzo y lo depositó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie aún había sido sepultado. Era el día de preparación y el sábado ya estaba comenzando. Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea fueron detrás hasta el sepulcro y vieron como su cuerpo quedaba depositado allí. Luego regresaron a casa y prepararon perfumes y ungüentos. Y durante el sábado descansaron, conforme a lo prescrito por la ley.

Tras la muerte nos queda el entierro, depositar el cadáver en la sepultura y esperar; es lo que hicieron con Jesús, como hacemos con tantos y tantos difuntos: los sepultamos, los incineramos, y luego… regresamos y poco a poco volvemos al quehacer cotidiano. El enterrar, el esperar, el preparar las cosas para volver luego a la sepultura, para seguir recordando al difunto, cuidándolo, como pensaban hacer las mujeres una vez pasara el sábado, es algo propio de la humanidad. Uno de los elementos con que cuentan los antropólogos e historiadores para poder distinguir si un yacimiento de la prehistoria corresponde a un grupo de homínidos o se puede hablar ya de humanos, es el hallazgo de indicios de enterramientos y de culto o cuidado de los muertos, indicio que también lo es de la existencia entre esos hombres de unas creencias religiosas, en algo más allá de la vida y de la muerte. Para nosotros, esta espera, este acompañar en la sepultura, es el paso previo a la Resurrección, es el indicio de nuestra fe y esperanza en la Resurrección, en la Vida

Señor, pequé.

Ten piedad y misericordia de mí.

ORACION FINAL

         Dios todopoderoso y eterno, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, quién descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos lo que hemos acompañado a Jesucristo en el Camino de la Cruz, que, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitemos también con Él a la vida eterna. Te lo pedimos por Él, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


Imagen de KLAU2018 en Pixabay

Vía Crucis: Serie de Cerezo Barredo


José Luis Bleda Fernández

Sacerdote | Párroco de San Juan Bosco (Cieza, Murcia)