■ Ponen en valor las redes de solidaridad creadas durante el confinamiento y la centralidad del trabajo para el cuidado de la sociedad
■ Exigen políticas para un empleo digno y, para quienes no lo puedan lograr, “rentas vitales suficientes”.
■ Demandan a las grandes empresas “un compromiso económico y ético” para una distribución de la riqueza más equitativa.
Por REDACCIÓN | Con motivo de la celebración del Día de Europa (9 de mayo), el Movimiento de Trabajadores Cristianos de Europa (MTCE), al que pertenece la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), han realizado la declaración pública Réquiem por una Europa que debe morir, oda a una Europa esperada.
En opinión de esta coordinadora de asociaciones y movimientos de trabajadoras y trabajadores cristianos de Europa, las redes de solidaridad y apoyo mutuo, este renacer desde lo pequeño “con muchas gotas de amor, humildad y generosidad” y la centralidad del trabajo que está cuidando de la sociedad, es un espejo donde mirar desde “las instancias que nos gobiernan y también en las empresas donde trabajamos. Así, nos duele ver cómo en Europa y en las instituciones comunitarias los gobiernos de los Estados miembros reproducen en interés propio unas dinámicas que ya se dieron, sin ir más lejos, en la crisis financiera del 2008, y que deben superarse en este momento tan grave”.
Reparto de la riqueza frente al desempleo
La situación de alarma manifestada por la OIT, con la pérdida de millones de puestos de trabajo y el aumento desorbitado del desempleo, aterriza en una “situación de debilidad de los Estados de bienestar infradotados en su acción social y en los servicios públicos y un mercado laboral fuertemente precarizado”, debido a las políticas de austeridad articuladas en la crisis de 2008. Para los trabajadores cristianos de Europa “es momento de hacer política por el bien común y para ello, como indica el papa Francisco, conviene aplicar medidas que superen el paradigma tecnocrático dominante”. En este sentido, el MTCE considera que los Estados “deben garantizar la máxima ocupación en condiciones dignas y, para aquellos que no pueda conseguirse un empleo, proporcionar rentas vitales suficientes, como ya está pidiendo el Papa”. Deberá establecerse un plan para “reconstruir un tejido productivo e industrial de proximidad” y reclaman a las grandes empresas “un compromiso económico y ético y una distribución más equitativa del excedente que crean en esta reconstrucción”. Junto a ello, los trabajadores cristianos consideran que esta crisis de coronavirus enseña la necesidad de “fortalecer los sistemas públicos de salud y de protección social”.
Europa, en la encrucijada. El momento de la solidaridad
El MTCE tiene claro que, en función de cómo la Unión Europa y sus instituciones afronte la reconstrucción económica y social, tendrá sentido el proyecto, “porque cumple una función o bien se vendrá abajo”. Van a ser necesarias políticas de financiación común, “preferentemente mutualizada, para sostener el gasto público” que se está generando para salvar vidas.
“Este es también el momento de la solidaridad, la cooperación mutua y la acción conjunta y consensuada”. En este cambio de época, es el momento de cambio personal y colectivo, de sentir el dolor ajeno como propio, de “alejar para siempre el populismo, el blindaje de las fronteras, la fabricación y tráfico de armas, la marginación del diferente y el rechazo del inmigrante. Es momento de dejar de ser acreedores de países pobres que han pagado sobradamente su deuda”. En palabra de Francisco a los trabajadores más humildes y desprotegidos, “ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos los que deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir”.