Por JUAN GARCÍA CASELLES | Es verdad que lo primero son las personas y hay que curarlas y protegerlas de la pandemia. Pero lo que siempre aprovechan que el Pisuerga pasa por donde pasa aprovechan la ocasión para hacer negocio y para abrirse camino hacia el porvenir.
La gente del poder, tanto económico como político, no da puntada sin hilo, y así estamos viendo a los del PP iniciar una futura bronca contra el gobierno de izquierdas (aunque lo sea poco) lanzando mierda por la boca venga o no venga a cuento y se trate de la verdad o de puras mentiras porque todo es válido para adquirir o mantenerse en el poder ya que el fin justifica los medios. Claro que esto es visible y casi todo el mundo que quiere darse cuenta, se da cuenta. Pero hay otros movimientos más invisibles y de mayor calado, que se dice ahora.
El más importante es el de las relaciones capital-estado. El capitalismo, después de la crisis de 2007 no ha logrado recuperarse ni siquiera utilizando todos los instrumentos de su pretendida ciencia económica (créditos gratis y a gogó, intereses negativos, inflación controlada pero constante, guerras ad hoc para incrementar el consumo, etc). Frente al dogma tradicional de “laissez faire, laissez passer” con el que se justificaba las privatizaciones malbaratando los servicios públicos, la realidad era que el beneficio del capital dependía cada vez más del estado-papaíto de los ricos y ahora con el virus se han caído definitivamente del árbol y se ha dispuesto a colaborar con los estados a lo que éstos han correspondido con magnánimas medidas de apoyo al capital con la excusa de ayudar bondadosamente a los pobres autónomos y a algunas pymes.
Todas las grandes empresas se han puesto a colaborar con el estado so capa de beneficencia y solidaridad, propia, según ellos, de los ricos y poderosos. Lo que está en el fondo del asunto es que su pervivencia como explotadores solo tiene futuro si se meten bajo el paraguas del poder político, lo que nos lleva a imitar el modelo chino de capitalismo controlado por el partido único, que es el mismo modelo de la Alemania nazi, por si no os habíais dado cuenta, con las naturales distancias, porque en China no hay aristócratas, ni políticas raciales, ni holocausto, ni afanes de conquista, por lo menos hasta ahora, Desde hace muchos años ningún chino pasa hambre y los éxitos científicos y económicos de China asombran al mundo entero.
Habrá que preguntarse si una colaboración de ricos con políticos y viceversa puede ser controlada por nuestra democracia actual, a lo que la respuesta es como mínimo dudosa, vista la facilidad pasmosa con la que se ha metido al conjunto del pueblo en sus domicilios sin rechistar. De lo que se deduce la facilidad con que cambiamos libertad por seguridad. Tengo claro que algo habría que hacer y que el único modelo exitoso es el chino y que la política llevada a cabo por nuestro gobierno es un mal remedo de lo de China. Con el inconveniente añadido de que esta democracia es de una pobreza intelectual extrema y la mayoría de la gente se limita a pensar lo de la tele y la cultura es saberse de pe a pa las andanzas de las estrellas de la pantalla y los nombres de todos y cada uno de los componentes de los grupos musicales, sobre todo de los norteamericanos.
Si vis pacem, para pacem. Si quieres la paz, tendremos que ponernos a pensar a donde quieren llevarnos y cómo podríamos evitarlo. Eso si logramos escapar del coronavirus de nuestros pecados.