Comunicado de las Marchas por la Dignidad, ante al 8 de marzo
Por REDACCIÓN | El día 8 de marzo fue declarado por la ONU como Día Internacional de la Mujer: “Como momento para llamar a la conciencia de la ciudadanía sobre las diferencias aún existentes entre hombres y mujeres basadas en fundamentos de discriminación de género”. Desde hace más de 100 años, el 8 de marzo es un día que celebra los derechos conquistados por las mujeres en todos los ámbitos, conmemora la larga historia de luchas y sacrificios para conseguirlos, y recuerda la larga lista de derechos aún por conseguir.
Desde Las Marchas de la Dignidad de la Región Murciana nos unimos a esta conmemoración y apoyamos las Manifestaciones, Concentraciones y otros eventos que se están convocando en distintos puntos de la región, durante esta jornada y las previas, para denunciar que todavía queda mucho camino por recorrer hasta alcanzar esta deseada igualdad real entre hombres y mujeres.
Algunos de los retos pendientes
Sin duda, la situación de la mujer ha mejorado de forma importante desde esas primeras reivindicaciones, hace más de 100 años. No obstante, quedan muchos retos pendientes para hablar de plena igualdad, ya que las mujeres continúan en situación de desventaja en diferentes ámbitos de la vida. Por ejemplo, el laboral: con más dificultades de acceso al mercado de trabajo, salarios más bajos o escasa presencia femenina en los cargos directivos, con un “techo de cristal” que dificulta el acceso a puestos de responsabilidad en las empresas. O en el ámbito familiar, donde las mujeres son responsables principales de las tareas domésticas y del cuidado de hijos y personas mayores sin recibir ninguna contraprestación económica por ello, una responsabilidad que les obliga en muchas ocasiones a renunciar a progresos en su carrera profesional.
La discriminación en ocasiones no es tan evidente, porque se produce de forma indirecta. Por ejemplo, con el actual sistema de pensiones por jubilación. Las mujeres acaban cobrando menos que los hombres en su pensión porque a lo largo de su vida laboral tienen más probabilidades que los hombres de trabajar a tiempo parcial, ya que cargan de forma desproporcionada con las responsabilidades de trabajo doméstico y de cuidado. De esta forma, son doblemente discriminadas.
La discriminación contra la mujer persiste en muchos ámbitos, desde las leyes y políticas a las normas y prácticas sociales, donde continúan vigentes los estereotipos por motivos de género. La desigualdad está presente en todos los ámbitos de la vida, con graves consecuencias para el desarrollo personal y social de las mujeres:
• Empleo. Las mujeres perciben menos de ingresos económicos que los hombres, lo que provoca una mayor incidencia de la pobreza y vulnerabilidad, mayor probabilidad de aceptar empleos inseguros y peor remunerados, así como una menor capacidad de ahorro e inversión.
• Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Por día, las mujeres dedican tres veces más horas que los hombres a las tareas domésticas y de cuidados no remunerados, lo que se traduce en menos tiempo para el trabajo remunerado y para la educación y el tiempo libre.
• Violencia. Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida, lo que provoca consecuencias negativas en la vida y la salud de las mujeres, con implicaciones socioeconómicas en ellas mismas, su familia y la sociedad.
• Política. Las mujeres ocupan menos puestos relevantes que los hombres. Por ello, y entre otras razones, a menudo las políticas públicas se elaboran sin los aportes significativos de las mujeres ni perspectiva de género.
LA POBREZA, VULNERABILIDAD Y LA MARGINACIÓN TIENEN ROSTRO DE MUJER