Domingo 8 de marzo 2020 (II de Cuaremsa) | Génesis 12, 1-4; Salmo 32; 2ªTimoteo 1, 8-10; Mateo 17, 1-9.
Por JOSÉ LUIS BLEDA | Tras las tentaciones viene la Transfiguración, que es lo que se nos narra en la lectura del Evangelio este fin de semana. Podría resumirse el mensaje de la Palabra de Dios de este domingo con tres verbos: Dejar, Compartir, Bajar.
Dejar. Es lo que Dios le pide a Abraham, que deje su casa, su tierra, su parentela, para ir a dónde Él le llevará. Una lectura muy vocacional y muy misionera. Dejar familia, casa, hogar, para ir dónde no se conoce. Un ir dejando siempre. Acabo de regresar de estar cuatro días en El Alto, Bolivia, y regreso a La Lima, Honduras, dónde haré en breve tres meses. Dejar España, familia, diócesis, para integrarme y dejarme acoger por otro presbiterio, otras personas, otros hermanos y hermanas, cómo me sucedió hace 23 años cuando deje también España para ir a Bolivia. Es un dejar lo mío, o aquello que considero mío, porque me da seguridad, tranquilidad, paz, porque controlo yo la situación, para que así, viva de verdad el dejarlo todo en manos de Él, que sea Dios quién controle, disponga, deshaga y haga,… Algo que, al menos yo, debo ir haciendo siempre, pues siempre convierto en mío lo que tengo alrededor y es muy fácil tras haber dejado unas seguridades, construirme otras, volver a tener unas personas más exclusivas que otras,… Pero si de verdad quiero tener a Dios, experimentarlo como centro de mi vida, tengo siempre que dejar.
Compartir. Pablo a Timoteo le pide que comparta con él los sufrimientos por la predicación del Evangelio. Estos días en El Alto, celebrando los 25 años del Centro Infantil Cristo del Consuelo, centro construido por Mariano Caballero y Pepe García, quiénes tuvieron que regresar pronto a España. Centro que formó parte de la parroquia que me fue confiada por la Iglesia alteña entre 1998 y 2002, he recordado problemas, conflictos, luchas, ilusiones, esperanzas, muchas de otros que las han compartido conmigo, otras mías y las he compartido, y otras muchas más de otros, que viendo este compartir trabajos, esfuerzos, alegrías y momentos difíciles, han compartido también y ese compartir es lo que ha hecho posible que se celebren los 25 años de una obra destinada a los niños, para garantizarles alimentación, educación, sanidad, crecer sintiéndose amados, y con una esperanza en el futuro. Han sido dos días de encontrarme con amigos, que deje siendo seminaristas, jóvenes, recién casados, estudiantes universitarios, y hoy son sacerdotes, diáconos permanentes, abogados, profesores, y siguen compartiendo sufrimientos por el anuncio del Evangelio. Desde luego que lo que hice, o deje hacer, en el Alto, ahora lo he vivido como un don que Él me dio y me sigue dando, en el cariño, el agradecimiento, el amor, de tantos con los que he podido compartir sufrimientos por el Evangelio. Ahora me toca compartirlos en otro lugar, en Honduras.
Bajar. Así termina el Evangelio: bajando. El cristiano, el seguidor de Jesús, no puede ser alguien que ande siempre por las nubes: tiene que tocar suelo, tierra, tiene que bajar, que ir al encuentro de los que están abajo, de los que sufren, de los que luchan, de los que esperan. Estos días en El Alto, en casa de Cris e Isa, han sido días de Transfiguración, de ver que es posible vivir en el amor, abiertos a todo el mundo, compartir sin discriminar, sin juzgar: vivir, dejar vivir, respetar la vida del otro, sus opciones, y con el otro celebrar, disfrutar, construir,…. ¡Qué bien he estado allí! Pero eso hay que seguir haciéndolo, construyéndolo, con la gente con la que convivo ahora, con los que están a mi alrededor, con los que sufren, carecen de motivos de esperanza, buscan, esperan,…, esa es nuestra misión, mi misión: bajar al encuentro del otro, compartir su realidad, y, elevarla hasta hacerla divina, transfigurada, como Dios quiere y nos llama.
Estos tres verbos Dejar, Compartir, Bajar, también podemos compartirlos en referencia a otras realidades y celebraciones, por ejemplo, el domingo será 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, día para dejar el machismo, actitudes patriarcales…; día para compartir con las mujeres su lucha por su dignidad, su reconocimiento, y bajar para estar con ellas, compartir marchas, espacios, sufrimientos, soluciones….
Dejar-Compartir-Bajar, algo que siempre hay que estar haciendo para que el seguimiento de Jesús no se quede en una moda, en un momento, sino que sea algo que nos llena de amor y esperanza y nos impulsa a ir transfigurando nuestra realidad, nuestro mundo.