Domingo 12 de enero 2020 | Fiesta del Bautismo del Señor | Isaías 42, 1-4.6-7; Salmo 28; Hechos 10, 34-38; Mateo 3, 3-17.
Por JOSÉ LUIS BLEDA | Concluimos el tiempo de Navidad e iniciamos el Tiempo Ordinario celebrando el Bautismo de Jesús, lo que también nos permite renovar nuestro propio Bautismo. Este año todo lo voy viviendo de una manera nueva, con cierta novedad, aunque son ya muchas las veces que he reflexionado y meditado estas lecturas, pero lo cierto que nunca lo había hecho desde Honduras, y, en las circunstancias especiales que estoy viviendo, en la parroquia de Ntra. Sra de Guadalupe de La Lima, donde estoy empezando a servir como sacerdote, aunque me siento más como huésped que como protagonista, y más como en año sabático que como en plena faena evangelizadora…
Me han tocado especialmente tres expresiones de la Liturgia de la Palabra de este domingo, una de cada lectura: del Profeta Isaías me quedo con la invitación a mirar, a ver: “Miren a mi siervo,…”; de los Hechos de los Apóstoles con la expresión de san Pedro: “Ahora caigo en la cuenta …”; y del Evangelio de Mateo, que tiene como peculiaridad de su relato del Bautismo señalar al propio Jesús como quién vio los cielos abiertos y oyó la voz del cielo (no parece indicar que lo oyera Juan ni ninguno de los otros espectadores que pudieran estar allí): “Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios … y oyó una voz que decía … ”.
Especialmente he vivido estas Navidades como una invitación a Mirar, a Ver, invitación que hoy nos vuelve a hacer la Palabra. Mirar, ver, ¿a quién? ¿Qué? Mirar al Niño-Dios, nacido en el portal, mirar a la Sagrada Familia, mirar a los pastores y a los magos, mirar ahora a Jesús en el hombre que se bautiza, en el humilde que se prepara para defender firmemente la justicia, pero sin gritar, ni romper, sin violencia,… Mirar a las gentes del lugar donde estoy viviendo: mujeres, hombres, niños, jóvenes, que sirven, sonríen, viven, luchan, esperan,… Mirar con ilusión, con esperanza, viendo tantas y tantas posibilidades como nos ofrece la vida, las personas, el Dios hecho hombre por amor,….
Caer en la cuenta de que la presencia de Dios está en todos, no sólo en los bautizados, en los que son de mi misma cultura o condición, de los míos, sino en todos los que respetan a Dios y practican la justicia, y para estas dos cosas no hace falta ser católico, creo que nadie duda de que Gandhi temía a Dios y practicaba la justicia mucho más que algún que otro cardenal de la Iglesia (e incluso que yo mismo).
Sentir que el Espíritu de Dios está sobre mí. Sentirlo, creerlo. Hoy es un buen día para renovar el Bautismo, para renovar mi Bautismo, y renovarlo no es mojarme con agua bendita,…, es tomar conciencia de que por el Bautismo el Espíritu de Dios ha descendido sobre mí, sobre cada uno, y desde el cielo se nos ha dado la dignidad de Hijos, no de siervos, ni de esclavos, sino la de Hijos,… Ser conscientes de esto, creérnoslo, para así mantenernos firmes en la defensa de lo que es justo, sin gritar, sin romper, pero sin ceder, sin retirarnos, sin claudicar.
Creo que estas son tres cosicas que debemos tener en cuenta para comenzar de nuevo el tiempo ordinario, el tiempo de ser discípulos, de vivir como tales, de seguir a Jesús cumpliendo la voluntad del Padre. Ojalá lo consigamos.