Por JUAN GARCÍA CASELLES / El coordinador general del Partido Popular, Fernando Martínez-Maíllo, ha trasladado a Ciudadanos «que tiene que asumir los riesgos de tener amistades peligrosas», al tiempo que ha asegurado que los populares tienen «toda la vocación» de cumplir el acuerdo con el partido de Albert Rivera, y que lo está haciendo porque el PP es «un partido de fiar» y «serio». (Libertad Digital).
Me crea una duda importante la advertencia, porque no me aclaro si se trata de “líos peligrosos” (liaisons dangrereuses), que sería una cosa la mar de mala, o solamente de “malas compañías”, que tampoco son moco de pavo, que recodaréis como se lo tomaban nuestros padres allá por nuestra adolescencia, aunque también tenían la utilidad de justificar los embrollos en que nos metíamos los retoños para exculpar las tonterías que habíamos hecho, achacando las maldades solo al influjo de las amistades que se imponían a nuestra dulce inocencia.
En el primer caso, los líos, se trataría de evitar un acuerdo formal con “Podemos” lo que sería malo, muy malo para Rajoy y Cía. En el segundo caso, como no es cosa estable sino circunstancial, se trataría únicamente de una simple llamada de atención, no vaya a ser que el Rivera se nos desvíe y nos haga la vida (o sea, el Gobierno) imposible.
Mas bien parece que se trata de lo segundo, porque hay que reconocer que, hasta el momento, el comportamiento del Rivera ha sido el de un perfecto monaguillo (o acólito, si os gusta más), que ya desde su más tierna infancia se aprendió aquello del “introibo ad altare dei” y presentaba seguramente ya el mismo aspecto relamido con el que suele implorar (bajo la aparente forma de exigencias) que los del PP le hagan caso, cosa que, por pura bondad, suelen hacer los peperos aceptando todas y cada una de sus peticiones, pero que luego es necesario concretar y aquí entra el correspondiente dia(mono)logo con Rajoy, en cuyos dimes y diretes Don Mariano, que tiene los colmillos retorcidos, examina, define y argumenta hasta que termina por llevarse el gato al agua dejando el acuerdo tan aguado, desleído y rebajado que ni su
propio padre lo reconociera, con lo que se acaba por concluir con aquello de que tiempo al tiempo y que no es necesario tener que cumplir nada de momento.
Porque de poco vale que el Martínez-Maillo afirme eso de que “tienen vocación de cumplir”, porque no lo hacen nunca y ya me decía mi madre que de “buenas intenciones está el infierno empedrado”.
Solo que la realidad (las encuestas), nos dicen que el único gobierno posible y estable, mientras la derecha del extrarradio peninsular no diga lo contrario apuntalando al PP (y parece que en ello están) es el pacto transversal PSOE-Ciudadanos-Podemos, pero para eso hace falta que los muchachos de Rivera quieran convertirse en una derecha no extrema, liberal y algo progre, cosa, que no está clara, que el PSOE abandone su dependencia, no de eso del IBEX, sino del gran capital (nacional e internacional) y que Podemos deje de soñar en triunfos absolutos escasamente probables.
Yo, en todo caso, elevo mis oraciones por un acuerdo así, que no es que sea una maravilla, pero podría facilitar un cambio profundo en España acabando con el inveterado poder de la tradicional alianza de la aristocracia terrateniente y la gran burguesía (la financiera, la de las multinacionales y los restos de la burguesía nacional) que se expresa políticamente como extrema derecha para obtener el apoyo de la pequeña burguesía.
Nadie habló tanto de apoyar a las pymes y a los autónomos y nadie en la historia de España hundió más pymes y arruinó a más autónomos que el PP de Rajoy.