Este jesuita, al que Marruecos no dejó volver en enero a Nador por denunciar el trato a los emigrantes en la frontera de Melilla, afirmó ayer en Murcia que “hace falta un Tribunal Penal Internacional sobre Derechos Migratorios”

El jesuita Esteban Velázquez Guerra.

El jesuita Esteban Velázquez Guerra.

El jesuita Esteban Velázquez, que en los últimos cuatro años ha prestado apoyo a los inmigrantes subsaharianos en el Monte Gurugú, junto a la valla de Melilla, dijo ayer en Murcia que “el sufrimiento de los emigrantes es un laboratorio de imaginación, porque frente al infierno de donde vienen eligen el purgatorio que es Europa, aunque se les expulse y sufran el dolor de las concertinas”. [Imágenes]

Esteban Velázquez participó el sábado por la tarde en el Día de la HOAC, un acto organizado por la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) en el IES Licenciado Cascales, bajo el lema “Trabajo digno para una sociedad decente. Nuestro mundo indecente: personas excluidas, desahuciadas, descartadas”. Además de la conferencia de Esteban Velázquez, los asistentes realizaron una colecta para ayudar a un comedor de niños de la calle en Nador, que regenta una congregación religiosa, y compartieron una merienda.

Tarjeta Dia HOAC 2016El sacerdote jesuita trasladó sus experiencias de los últimos años en Nador (Marruecos), en el Arzobispado de Tánger, donde creó un equipo de apoyo que trabaja con Médicos Sin Fronteras en la promoción de la salud, en la acogida y atención a las personas emigrantes que llegan a la valla de Melilla para cruzar la frontera de África con Europa. Una atención sanitaria imprescindible al resultar heridos por las concertinas o por las lesiones causadas al ser repelidos por las fuerzas de seguridad marroquíes o españolas. También a decenas de mujeres, muchas de ellas embarazadas o víctimas de la trata de la prostitución.

Allí desarrolló un trabajo de promoción de la salud, pastoral (porque muchas personas son muy religiosas) y otro de sensibilización con la población local, hasta el pasado mes de enero, ya que Marruecos le impidió su entrada a ese país por sus críticas a la política de control de fronteras de país alauí.

Un momento de la conferencia.

Un momento de la conferencia.

Tras exponer el trabajo desarrollado estos años en la frontera de Melilla, Esteban Velázquez compartió una serie de reflexiones a las que ha llegado tras su dilatada experiencia de vida, tanto en sus orígenes como cura obrero, luchas sindicales en los años finales del franquismo, que le llevaron a la cárcel, o la experiencia en El Salvador.

La primera de ellas arranca de una referencia al también jesuita Jon Sobrino, con el principio de misericordia, y que le llevó a afirmar que “no podemos admitir ninguna ley que impida el trabajo humanitario. Hace falta desobediencia cristiana y no cristiana ante cualquier ley que impide el ejercicio obligatorio desde el humanismo y desde la fe de la misericordia, en el mundo de la emigración y cualquier otro”.

Otro aspecto sobre el que reflexionó partía de la cita bíblica de que “no cabe el vino nuevo en odres viejos”, al señalar que con el actual poder que tienen los estados soberanos en el mundo no hay solución para resolver los problemas que tiene la humanidad”. Por tanto, “hacen falta mecanismos internacionales con poder real sobre los estados, para decirle a España o Marruecos, por ejemplo, que no valen sus interpretaciones del derecho humanitario. Sin gobernanza mundial no hay futuro humanitario. Vivimos en la prehistoria de la democracia. ¿Por qué no existe un Tribunal Penal Internacional para Derechos Migratorios?”, se preguntaba este jesuita, a la vez que apostaba por una justicia económica internacional frente a la cooperación, así como por una ‘liberación de las civilizaciones’.

IMG_4889Esteban Velázquez insistió en que la piedra angular en el fenómeno migratorio, para asegurar el derecho al libre tránsito, es el cambio sobre el derecho de la propiedad, “porque las leyes están hechas como serpientes que pican en los pies descalzos de los pobres”.

Acabó su intervención con unos grandes mensajes de esperanza y de optimismo, frente a las dificultades y situaciones duras que viven millones de personas en todo el mundo. “Hay una gran tarea educativa sentimental por hacer, contra nuestros propios deseos”, y se refirió a que “somos invitados de la vida, simples huéspedes, con deseos individualistas a los que hay que educar” y finalizó recordando lo que debe ser la política: hacer que lo necesario para la vida sea posible”.

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Puedes escuchar su conferencia completa «Experiencias y reflexiones desde la frontera Nador-Melilla»:

1. Conferencia: Introducción
2. Conferencia: 1ª Parte.
3. Conferencia: 2ª Parte
4. Coloquio: Primera parte.
5. Coloquio: Segunda Parte.

 

Esteban Velázquez, a la izquierda, junto a varios participantes en el Día de la HOAC.

Esteban Velázquez, a la izquierda, junto a varios participantes en el Día de la HOAC.