Por JUAN GARCÍA CASELLES / Es que así nos quedamos todos, pasmaditos, para que después de tanto gasto, tanta alharaca, tanta declaración grandilocuente, tras horas y horas de escuchar las tonterías de tanto enterado, tanto mitin, tanta cola para votar, vino a resultar que no parece haber manera de formar un gobierno medio decente, salvo que aparezca milagrosamente algún extraño pacto con Rajoy, que todo puede ser, y torres más altas han caído.
Cuando pude medio recuperarme del alboroto del tremendo evento, repensando lo que unos y otros habían ido diciendo o mascullando, según los casos, vine a darme cuenta, no sin cierto asombro, de que entre tanta promesa absolutamente incumplible y tanta línea roja y tanta solemne declaración de intenciones, se les había pasado a todos, no sé si por pura rutina o intencionadamente, prometer que iban a acabar con la injusticia que más comúnmente se comete nuestro país, que es la del maltrato y la explotación con que los empresarios (que intenta ocultar su oficio bajo el pudoroso nombre de emprendedores) abusan de los trabajadores más indefensos, los de los
contratos basuras, contratos por horas, a tiempo parcial, etc.
Por más vueltas que le deis, es el delito (aunque no esté definido así en el Código Penal pero que debería estarlo si hubiera justicia) que se comete con mayor frecuencia y con mayor alevosía en España. Pero nada, ni por esas, a ninguno de tanto prometedor de promesas se le ocurrió que hubiera que perseguir tan cochinas fechorías. Pero no es de extrañar, porque a ninguno de nuestros posibles futuros gobernantes se le ocurrió que haya que proteger a los más débiles, y, por lo mismo, que haya que meter en cintura a los grandes bancos, a las grandes eléctricas, a las grandes petroleras, a las grandes distribuidoras, etc., y a las personas concretas que se esconden tras los anodinos nombres de las importantísimas compañías. Mucha palabrería, pero de meterse con el capital, ni mut.
Así que conviene que os preparéis, porque gane quien gane, tanto si las elecciones se repiten, como si no, el capital seguirá funcionado a sus anchas y todos tan contentos. Otra cosa es lo de la bajada de la bolsa y la subida de la prima de riesgo, que solo es pura especulación coyuntural, aprovechando la ignorancia y la avaricia de los pequeños ahorradores. Con el capital funcionando a tope, la desigualdad crecerá inevitablemente, digan lo que digan los electos. Y los pobres seguirán pagando el dolorosa pecado original de haber nacido pobres o de haber sido expulsados y marginados del banquetazo de los ricos, a lo mejor por la tontuna de cualquier ere injustificado.
¡Ah! Y menos mal que algunos dicen que son de izquierdas, que de los de centro es mejor no hablar, así que los de derechas… Quizá nos convendría que en España existiera algún partido de ultraderecha, como el de Le Pen de Francia, a ver si así nos aclarábamos con lo de la orientación política.