Reflexión de la HOAC de Murcia ante la celebración de la Fiesta del Primero de Mayo de 2015
Por REDACCIÓN / El 1 de Mayo ha sido históricamente un símbolo de lucha del movimiento obrero por afirmar la dignidad de la persona en el trabajo. En el año 2015 nos encontramos con las siguientes realidades:
- 6 millones de personas desempleadas y una tasa de paro que entre los jóvenes se sitúa en el 55 por ciento.
- Más del 30 por ciento de los trabajadores y trabajadoras del mundo recibe un salario de menos de 2 euros al día.
- Más de 1,8 millones de hogares tiene a todos sus miembros en paro.
- La edad de jubilación se ha prolongado más allá de los 65 años.
- Se esta produciendo una media de 115 desahucios al día.
- El 30 por ciento de los que trabajan no llegan a mileuristas.
- Los contratos de 7 días o menos suben un 43 por ciento durante la crisis y ya son uno de cada cuatro.
- Las empleadas de hogar ganan un 50,4 por ciento menos que el resto de los trabajadores y su situación se hace cada día más precaria a causa de la crisis.
- Los costes laborales por hora en España en 2014 están un 27 por ciento por debajo de la Eurozona.
- El Comité Europeo de Derechos Sociales denuncia que el salario mínimo en España no garantiza el nivel de vida digna.
- La fortuna de los más ricos en España creció un 18 por ciento en 2014 y superó los 4000 millones de euros.
- Las grandes empresas españolas que cotizan en el selectivo ganaron el año pasado 32.000 millones de euros, un 41 por ciento más que en 2013. En 2014 las prestaciones por desempleo apenas superaron los 29.000 millones.
- El 11 por ciento de las personas pobres lo son pese a tener un trabajo
- El último informe FOESSA nos habla del 25 por ciento de la población española en situación de pobreza.
La última reforma laboral aprobada en febrero de 2012 va marcando la mercantilización del trabajo y las políticas que se vienen practicando están quebrando el Estado de Bienestar, devaluando el sector público y recortando en servicios y prestaciones. La desigualdad estructural que sufre el mundo obrero y del trabajo continúa debilitando las relaciones laborales, sin garantizar una vida digna para las personas, y está aumentado la vulnerabilidad que sufren los trabajadores, especialmente los sectores más débiles.
Estas duras realidades están ocasionando muchísimo coste humano: la incertidumbre de las familias hacia el mañana; jóvenes que se sienten sin futuro, emigrando a otro país; familias a las que se les arrebata su vivienda por no poder pagar su hipoteca; trabajadores inmigrantes que tienen que volver a su país por falta de perspectivas de futuro…
Cada día se hace más evidente que todo esto que esta sucediendo es algo mas profundo que una crisis económica. Nos enfrentamos a una crisis de humanidad que afecta a las personas y a las relaciones sociales e institucionales, y que se hace realidad en las respuestas mercantilistas que estamos dando a los grandes problemas que tenemos.
Se esta produciendo una recuperación económica contra el trabajo, un empobrecimiento de la sociedad y un desarrollo de procesos de trabajo de bajo costo en las relaciones de producción y consumo. Con este cambio en el modelo social, el trabajo como derecho en los términos y formas que lo hemos conocido no volverá, aún en el caso que se produzca una recuperación económica. Se está construyendo una economía a espaldas de las necesidades de las personas. Con los actuales niveles de desempleo, las personas nos vemos forzadas a trabajar bajo condiciones precarias, inseguras y con salarios indecentes. El margen de la precariedad laboral a la exclusión social es muy pequeño.
Queremos hacer visibles todo lo dicho anteriormente con el testimonio de personas cercanas que mueren poco a poco, como es el caso de Juan:
Tiene 35 años. Alguna vez de joven tuvo ilusión de trabajar. Iba de una entrevista a otra, pero nunca lo llegaron a llamar, nunca pudo poder empezar a llamarse «obrero». Nunca obrero. Ni por un día.
Cuando recuerda los tiempos en que buscaba trabajo siempre habla en pasado como no pensando en repetir el recorrido y dice: “Es que ni una sola vez me han dejado probarme. ¡Nunca he sabido de lo que podía ser capaz en el trabajo!”.
Pero él no lo intenta ya. Ya no está en las colas del INEM; ni está contabilizado en las estadísticas del paro. Invisible para los políticos y las estadísticas; para una parte de la sociedad simplemente «no consta». Para otra parte de la sociedad simplemente es un «gandul» que no quiere trabajar y sólo busca comer a costa de los demás. Otros lo sitúan entre los excluidos o expulsados.
Sin embargo él existe. Se ha roto una y otra vez en 1000 pedazos. Y no ha logrado recomponerse. El pan que se come no le sabe a bien amasado, la justicia se escondió y aunque fue tiempo tras ella, nunca la ha encontrado. ¿Libre? ¿Qué es eso? A su espacio la libertad no ha llegado. Sin grandes esperanzas y sin grandes desesperanzas, camina a la cruz colgado
O como el de Lola:
Tiene 19 años. Se presentó en una empresa para ofrecer su trabajo. Necesitaban gente para celebraciones especiales. Bodas, bautizos… Y festejos varios. El trabajo tenía un horario intensivo que se realizaba normalmente en fines de semana.
Hizo un primer día de prueba y la apalabró el empresario. La muchacha era espabilada y respondía. Se entraba a las siete de la mañana. Se echaban de 14 a 17 horas de trabajo con un descanso de media hora para comerse un bocadillo. En su primer día intensivo de trabajo cobró 30 euros y se enteró que el jefe había despedido una compañera que lo realizaba por 50.
La siguiente vez el jefe fue a buscarla en el rato de descanso, porque según él decía, el bocadillo había que comerlo rápido.
— ¿Dónde está?
—Se ha ido a los servicios, está un rato descansando—, dijeron los compañeros.
No tenía contrato de trabajo ni ella ni ninguno de los compañeros. No hubo un cuarto día, no volvió trabajar en esa empresa. Rompió la palabra dada al empresario. ¡No estaba dispuesta a perder su dignidad!
Juan Pablo II nos recordaba en “Laborem exercens” la necesidad de la defensa de la dignidad del trabajo y su centralidad. Hoy este mensaje tiene plena vigencia: “El trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social (…) Los pobres aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades de trabajo -es decir por la plaga del desempleo-, bien porque se desprecia en el trabajo los derechos que fluyen del mismo”.
Con motivo del 1º de Mayo en el año 2000, el propio Juan Pablo II nos decía que «todos debemos colaborar para que el sistema económico en el que vivimos no altere el orden fundamental de la prioridad del trabajo sobre el capital; del bien común sobre el privado (…) Es muy necesario constituir en el mundo una coalición a favor del trabajo digno».
También el Papa Francisco nos orienta en sus homilías. En la de 1º de Mayo de 2013 advertía que «la sociedad no es justa si no ofrece a todos un trabajo o explota a los trabajadores (…) No pagar lo justo, no dar trabajo, porque solo se ven los balances, solo se ve cuánto provecho puedo sacar…¡Esto va contra Dios! Las personas son menos importantes que las cosas que producen beneficios para los que tienen el poder político, social, económico». Y en la del pasado Miércoles Santo de 2015: “El mejor ayuno de Cuaresma es pagar los salarios enteros no «en negro», escamoteando la pensión y la cobertura sanitaria, y ayudar a los necesitados”.
Los y las militantes de HOAC queremos caminar hacia un mundo en el que el trabajo sea fuente de vida, de manera que, ejercido creativamente, contribuya a la felicidad de las personas; que a su vez, perciban por lo trabajado el salario suficiente para atender las necesidades propias y las que de ellos dependan porque en la esencia misma del ser humano está el empeño y la lucha por conseguirlo.
Existen brotes verdes de esperanza en nuestra sociedad aunque el modelo social imperante intente taparlos:
- Cuando luchamos por la justicia social y un trabajo digno.
- Cuando nos animamos a recorrer un camino de ética personal, familiar y colectiva en nuestras organizaciones sociales, populares, obreras y cristianas.
- Cuando no pasamos de la personas que tenemos al lado.
- Cuando priorizamos a la persona antes que el mercado.
Los hombres y mujeres de la HOAC, como cristianos en el mundo obrero y del trabajo, consideramos que a pesar de la situación caótica en la que nos encontramos tenemos un compromiso de construir un futuro más justo y fraterno, un mundo que nos permita vivir como ciudadanos y ciudadanas del Reino de Dios.