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Imagen tomada de www.agendasanluis.com

Por JUAN GARCÍA CASELLES / Es urgente reformar, no la ley electoral, sino todo el sistema electoral. Si os acordáis, siempre pasa lo mismo: Una vez pasados los tres primeros meses, los candidatos elegidos, sean del color que sean, en cuanto se acostumbran al “caloret” del sillón, se olvidan de los discursos y las promesas electorales y solo vuelven a acordarse vagamente de ellos cuando faltan seis meses para las nuevas elecciones. Esto es mal abundante entre lo que últimamente se conoce como casta, y que, si no me engaña la experiencia, seguirá repitiéndose “per in secula seculorum” con los nuevos usuarios del sillón, por aquello tan viejo de la escasa variabilidad de la naturaleza humana.

Solución para que no se olviden: Hacer que las elecciones se celebren cada año. Así en cuanto empiecen a olvidarse, la expectativa de las ya cercanas elecciones les hará despertar de su sueño político de ser usuarios eternos del sillón, que, salvo honrosas excepciones, es lo que prefiere la generalidad de nuestros políticos profesionales.

Se me dirá: Es que un solo año no es tiempo suficiente para llevar adelante un programa político. “No problem”, porque si alguien fue elegido por sus promesas y las va cumpliendo, los votantes, que son bastante menos tontos de lo que imaginan los de la casta, les volverán a votar, como es lógico.

También se me dirá: Es que eso es muy caro. Pues no es verdad, porque si se modifican las leyes necesarias bastaría fijar una semana cada año como semana electoral, empezando la campaña el lunes y terminando el sábado siguiente, que hasta con estos pocos días terminaríamos hartos. Así que ganaríamos en menos aburrimiento y en no tener pérdidas de tiempo y de dinero para lo de los mítines, a los que solo acuden los del partido y algún periodista.

Ya puestos, podría aprovecharse la cosa poniendo en los colegios electorales cuatro mesas, una para el Congreso, otra para el Senado (salvo que, al fin, lo reestructuren como cámara territorial), otra para la Comunidad (salvo las que quieran gastarse el dinero alegremente) y otra para el municipio. Con seguridad esto es más barato que lo de ahora. Y eso sin recurrir al voto electrónico, que algún día habrá que empezar.

Para aquellos a los que esto les parezca poca cosa, hay que anunciarles la inapreciable ventaja de que tendríamos a los barrenderos todos los días en nuestra calle, no como ahora, que se pasan los trimestres sin verles el pelo y las cagadas de los perros terminan por incrustarse en las aceras. Pero como estamos cerquita de lo de votar, ya están de buena mañana barre que te barre.