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Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid / Imagen tomada de rokambol.com

Por JUAN GARCÍA CASELLES / Os cuento. Un buen día, por aquello de las casualidades, tenéis una avería en el coche, lo que le puede ocurrir a cualquiera. Con buen criterio acudís de inmediato a vuestro taller de confianza, explicáis lo ocurrido y os marcháis a esperar que os avisen de que el vehículo está ya arreglado, lo que ocurre pasados unos días, como es normal.

Llegáis al taller y, para vuestra sorpresa, os encontráis con que el coche ni siquiera arranca. Ante vuestra indignada, airada y justificadísima protesta sale el dueño y jefe del taller y dice que está avergonzadísimo y os dice que la culpa es suya porque ha contratado un nuevo mecánico que ha resultado ser un manazas que todo lo estropea, con lo cual, agradeciendo vuestra comprensión os dice que él ya se ha excusado, que lo siente muchísimo y que ya os apañaréis, eso sí, después de haber pagado su factura. ¿Qué, no le exigiríais que responda por el perjuicio que os ha causado y os arregle el coche inmediatamente? ¿O sois tan memos que os irías tranquilamente a vuestra casa?

Bueno, pues hace unos días se nos apareció en la tele Doña Espe, la lideresa, la jefa suprema de los peperos madrileños, se sintió avergonzadísima de haber nombrado a un tal Granados (que fue su mano derecha) para varios y cada vez más importantes cargos. Bueno, la Sra. Aguirre se olvidó, de todos los mandos del PP, consejeros, alcaldes y concejales que fueron promovidos por ella y hoy andan por los tribunales (como el Granados), con lo que se demuestra que en materia de nombramientos viene a resultar casi ta inútil como Rajoy.

Y es que los dos hacen lo mismo, primero miran para otro lado y luego, cuando ya no pueden negar lo tremendo de sus meteduras de pata, dicen que fue eso solo, un error, que ellos no tienen nada que ver con el asunto. Y ahora Rajoy se ha sumado a lo de pedir disculpas venciendo su tradicional y pertinaz dontancredismo. Pero ambos ignoran deliberada y cínicamente la palabra dimisión que es la única salida posible para una persona honrada que de pronto descubre con horror que por sus fatales decisiones los ciudadanos han salido muy perjudicados. Claro que para eso hace falta que la persona que se ha equivocado sea además honrada. En otro caso basta con seguir pensando que todos somos tontos y que con dos palabritas de nada nos vamos a contentar. ¡Pedimos perdón y pelillos a la mar!

Andan hablando de transparencia y regeneración, pero lo que de verdad hace falta es que, de una vez por todas, se establezcan la responsabilidades penales y económicas de los políticos derivadas del ejercicio de sus funciones. Y que se exijan.