d3bb581fPor JOAQUÍN SÁNCHEZ SÁNCHEZ / El pasado 17 de octubre se celebró el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y con motivo de este día la Alianza Española contra la Pobreza y otros colectivos, como puedan ser la EAPN, realizamos una serie de actividades reivindicativas y de sensibilización y concienciación para contribuir a movilizar la sociedad y transformar esta sociedad que camina inexorablemente a un modelo social a nivel global donde el 1 por ciento de la población va a concentrar el 99 por ciento de las riquezas y el 99 por ciento de la población se tiene que repartir las migajas del 1 por ciento de las riquezas. Esto no es una exageración y los datos lo van a avalando, teniendo su mayor expresión en que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez  más y están más empobrecidos, es decir, la riqueza que se va generando empobrece.

Ante la situación de pobreza tan extendida en el mundo y tan intensa y cronificada a lo largo de la historia me hago una serie de preguntas a las cuales la respondo después de muchos años compartiendo el sufrimiento humano como consecuencia de las injusticias, la explotación y la opresión. Empezamos.

¿Quiénes son los pobres? Son aquellas personas que han sido despojados de todos sus derechos económicos, sociales, laborales, educativos, sanitarios, culturales…por otras personas, siendo culpabilizados por su propia situación utilizando los calificativos de parásitos, que quieren vivir de las prestaciones, gandules, corruptos, improductivos, no competitivos, que quieren vivir por encima de sus posibilidades…Existen los pobres porque esa gente que provoca la pobreza necesita mano de obra barata y sin derechos, que se maten entre ellos para conquistar zonas donde se encuentre las materias primas y estos pobres son prescindibles y hay que gastarse lo menos con ellos.

¿Quiénes son esas personas que provocan la pobreza? Son los que poseen los grandes capitales, los que se denominan las élites sociales enriquecidas, que poseen los bancos, los fondos de inversión, los seguros, las multinacionales, que juegan como niños con su dinero en las bolsas hundiendo países a capricho con tal de mantener la adrenalina capitalista.

¿Cómo son y cuáles son sus valores de los ricos? La ambición, la avaricia, el poder son sus únicos valores. Destruyen la vida humana y el planeta que se está agotando. Sólo quieren poseer, acumular y concentrar todas las riquezas que existen o puedan con el tiempo considerarse como tales. Dedican toda su vida a esto y lo hacen sin escrúpulos, es más, se sienten bien cuando sus decisiones causan muertes y un inmenso dolor, porque desprecian todo lo que no sean ellos y su entorno más cercano. Su vanidad y su maldad con infinita.

¿Cómo logran las riquezas y empobrecer al mismo tiempo?  Controlando y dominando los gobiernos de turnos, haciéndoles cómplices en su codicia y maldad, dándole después el precio convenido, por eso muchos políticos que han tenido responsabilidad de gobierno han pasado al poco tiempo a englosar las nóminas de las multinacionales. Los gobiernos hacen leyes y toman decisiones para proteger sus intereses, por eso se ha dado miles y miles de millones para tapar los agujeros de las élites financieras y económicas, incluidas las tarjetas opacas, y a la misma vez  se han hecho recortes de derechos que protegían la dignidad humana.

También con el apoyo de las monarquías, incluidas la nuestra. Los grandes empresarios siempre van en el avión del Rey para hacer negocio, incluido el Rey de turno. A esto hay que unirle la compra de los medios de comunicación para manipular la realidad, uniendo esta manipulación a las mentiras de los gobiernos y la represión de la protesta social para mantener este modelo social. En este proceso, la religión católica ha jugado un papel de legitimación del capitalismo, como lo hicieron en sus pontificados Juan Pablo II y Benedicto XVI.

¿Qué podemos hacer? Simultanear el cambio social con el cambio de nuestro corazón. Necesitamos gente que tenga un corazón lleno de cariño hacia la gente, incluida esa gente que nos desprecia. Un corazón enraizado en el deseo de la justicia, la libertad, la paz, la fraternidad y el perdón. Tenemos que luchar en nuestro interior contra la tentación de la corrupción y el abandono.  Es necesario que nos unamos y organicemos para estar en la calle y en las instituciones, defendiendo los Derechos Humanos en cualquier rincón  del planeta.

No olvidemos que somos la primera generación que puede erradicar la pobreza y esto se convierte en un imperativo ético para que la sanidad, la educación y las políticas sociales cubran la vida de cualquier ser humano.