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Por JOAQUÍN SÁNCHEZ SÁNCHEZ / Los que provocaron esta estafa financiera estaban logrando un éxito rotundo, sin paliativos. Primero, han logrado esconder la estafa financiera detrás del término crisis económica, sabiendo que el lenguaje configura nuestro pensamiento y éste a la misma vez nuestras acciones. Segundo, la han utilizado como coartada para lograr desmantelar la cobertura del Estado del bienestar, los derechos sociolaborales y que el dinero del Estado y de los ciudadanos pasen a engrosar la inmensa riqueza de los financieros, especuladores, inversores y grandes fortunas. Tercero, han utilizado la propaganda para que los causantes de este saqueo no aparezcan y sean los ciudadanos los responsables porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, porque teníamos la vocación de ricos y vivir como ellos.

La realidad es que los banqueros, con la complicidad de muchos políticos con capacidad de gobierno, realizaron una estafa a nivel mundial y la deuda que generaron los bancos, que se deben unos a otros, lo asumieron los estados por decisión política de los gobiernos, entre ellos el nuestro para pagar la deuda de los banqueros españoles a los banqueros alemanes. Esto supuso el endeudamiento de los estados que sirvió de coartada para recortar en sanidad, educación y política social y además utilizaron el déficit para privatizar los servicios públicos con la mentira de que es más barato. Todo se pasa a las arcas de los banqueros: el dinero público, los propios servicios públicos, los salarios de los trabajadores y los impuestos indirectos, sobre todo el IVA.

Convencieron con su propaganda con todos los medios que disponen que éramos los ciudadanos los causantes de esta situación y, por tanto, aceptábamos los recortes como algo necesario e inevitable. Las manifestaciones, que eran innumerables, no rompían esta telaraña tejida por los banqueros y las grandes fortunas. Los que ganaban en las urnas al día siguiente seguían el dictado de los mercaderes –la dictadura de los mercados- al pie de la letra. Políticos que utilizan programas electorales para engañar. Todo controlado, se estaba desmontando los logros que durante años se consiguieron en derechos sociales, laborales, educativos, culturales, sanitarios…Cuando había manifestaciones, los portavoces de esta democracia capitalista decían que quieren conseguir en la calle lo que no han conseguido en las urnas. Los manifestantes decían que se tenía que cumplir lo que había salido en las urnas, es decir, los programas electorales  que decían que se iba a conseguir un trabajo estable y digno, que los impuestos iban a ser justos, que se iba a defender el derecho a la vivienda, a la educación, a la sanidad, a la dependencia etc. En el fondo, que se  cumplieran las promesas electorales.

Todo controlado, pero a lo largo de esta historia de injusticia y de intento de desmovilización social, han ido surgiendo experiencias de luchas que han conseguido logros sociales importantes, y una de ellas es que la esperanza no desaparezca y que la lucha siga, contra unos capitalistas que compran voluntades y medios, entre ellos muchos medios de comunicación. En ellas, tenemos el 15 M que sigue vivo en muchos movimientos, entre ellos las plataformas de afectados por la hipoteca, movimiento que ha puesto y sigue poniendo en jaque al sistema financiero y cuestionando las leyes hipotecarias a los políticos defensores de las mismas. Las diversas mareas que confluyeron en Madrid el 22 M  con la Marcha por la Dignidad, la Cumbre Social, que han auspiciado dos huelgas generales, redes de luchas contra la pobreza con sus denuncias del empobrecimiento basado en investigaciones científicas y lo que ha puesto a este sistema de los nervios, el aumento de IU en las Elecciones Europeas y la aparición de Podemos, unido a la bajada espectacular de votos de PP y PSOE, porque ya no controlan totalmente las urnas. Y, si a esto le unimos la abdicación del Rey Juan Carlos de una manera imprevista y sin ninguna explicación, hay unas ciertas fisuras en esta democracia capitalista. Ya no tienen controlado todo, y todo esto supone una amenaza. Ahora entiendo a Felipe González, defensor a ultranza de esta democracia capitalista, cuando abogaba por una concentración de poder entre el PP y el PSOE, concentración para defender y mantener que los financieros sigan aumentando sus beneficios económicos. También se han logrado experiencias de lucha en el tiempo como el protagonizado por la Plataforma de Soterramiento del tren y sorpresas que fisuran el control del poder establecido como ha sido la elección de  José Orihuela como rector de la Universidad de Murcia. A todo esto, hay que sumarles  pequeñas y grandes reivindicaciones de todo tipo, pero que tenían un denominador común: la justicia social y la libertad.

Que los defensores de esta democracia capitalista van a reaccionar, ya lo están haciendo intentando demonizar a Podemos, para volver al control absoluto de cualquier iniciativa o movilización que vayan a favor de toda la ciudadanía y, por consiguiente, en contra de los intereses de los financieros, cuya codicia no tiene límites. Junto a esto, se seguirá luchando con todas las dificultades y contradicciones de los movimientos sociales, pero a pesar de ello se mantiene la esperanza en ese otro mundo posible y necesario y vemos con alegría y sin ninguna ingenuidad que hay fisuras importantes en la democracia capitalista, porque queremos una democracia real ya.