…pero gracias al Dios-con-nosotros, ¡sí se puede!
Hay una sensibilidad en nuestro entorno que acierta por completo cuando afirma que ¡sí se puede!, que ¡otro mundo es posible! A pesar de la desmotivación, la despolitización, los miedos, las apatías y la resignación frente al tsunami del neoliberalismo, de su invasión y domesticación de las conciencias. A pesar del último parte de guerra de los mercados, burlándose de todos al anunciar que hemos salido de la crisis precisamente cuando ésta ha logrado cercenar impunemente los derechos, esperanzas y libertades de tantos de nosotros. A pesar del adormecimiento y la falta de reacción de la mayoría. A pesar, también, del narcisismo e irresponsabilidad de los que ven sólo en otros las causas de los sufrimientos propios y ajenos. A pesar de los pesares. A pesar de los desmanes de la codicia y la prepotencia de avaros desalmados y el consentimiento de las mayorías. Frente al “no hay nada que hacer”, conspiramos para proclamar que otras actitudes y otra reacción son necesarias y posibles.
La fiesta que vamos a celebrar sintoniza con esa sensibilidad, la sostiene y la dilata hasta hacerla universal. Esta certeza, esta esperanza y esta fe es la que desde la HOAC queremos compartir contigo, con todas vosotras y con todos vosotros, con motivo de la celebración del Nacimiento de Cristo. Toneladas de basura del meta-mercantilismo que lo invade todo no logran sofocar la luz que brilla en nuestro mundo desde que Dios quiso hacerse uno de nosotros. En medio de las tinieblas de la noche de las conciencias dormidas y las solidaridades entumecidas, hay una convicción que os gritamos con fuerza y al viento, o al oído y con ternura, que ésta es la señal de que sí es posible un mundo nuevo: la virgen está encinta y da a luz un niño, su nombre: Dios-con-nosotros.
Este nombre lo entendemos, de la mano del evangelista san Mateo, con la sabiduría propia del pueblo judío, un pueblo experto en crisis, hecho a los golpes y a la persecución. Mateo trae a la memoria que hacía unos ochocientos años, en una de esas crisis históricas, cuando “los tábanos de los confines del delta de Egipto y las abejas de Asiria se cernían como nube contra el pueblo y éste se disponía a ser afeitado desde la cabeza hasta los pies con una navaja alquilada al otro lado del río”, el profeta Isaías lo había invitado, por toda señal, a poner sus ojos en una virgen encinta, que da a luz un hijo y lo llama Enmanuel.
Con la esperanza, ¡no se juega! Con el futuro de nuestros hijos y de nuestro mundo, ¡no se juega! Con el meta-futuro que la fe cristiana nos anima a esperar, ¡no se juega! Por eso, junto al Niño de Belén, junto al Dios-hecho-hombre, como trabajadoras y trabajadores que acudimos al pesebre donde lo encontramos en brazos de su madre, los y las de la de la HOAC no podemos dejar de plantearnos con responsabilidad esta dificultad de fondo, este reto lanzado contra la esperanza proclamada: ¿Por qué no admitir que otro mundo, distinto del que nos imponen, no es posible, que es una quimera? ¿Su sueño y dibujo, un placebo? ¿Por qué disentir y subvertirnos desde lo profundo? ¿Por qué no conformarnos, amoldarnos? ¿Por qué luchar? ¿Por qué seguir anunciando que un mundo nuevo es posible y urgente…? ¿Toda cuestión sin sentido o la verdadera cuestión necesaria?
No podemos ni queremos guardarnos sólo para nosotros la respuesta a estas preguntas, no queremos ocultarla en las entretelas del alma ni meterla debajo de la cama. Porque nos rebelamos frente al absurdo de que la fe que la sostiene sea asunto privado. Porque sabemos que si callamos hablarán las piedras. Porque rechazamos con todas nuestras fuerzas, y con la ayuda de Dios, el diagnóstico que declara obsoletos y quiere tirar al basurero -separados o juntos- tanto la fe cristiana como el movimiento obrero. Afirmamos que sin fe no hay Navidad. Sin fe en Jesús de Nazaret, la fiesta de su Nacimiento será un contrasentido, una farsa. Por eso, frente a la necrosis de la fe, decimos bien alto que ese Niño, Jesús de Nazaret, un niño envuelto en pañales –ironía y locura de Dios- es la causa de nuestra esperanza en otro mundo nuevo, posible, venidero, es la razón de nuestro ¡sí se puede! Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros, o quién sofocará nuestra esperanza en su Hijo?
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Desde la HOAC de la Diócesis de Cartagena te deseamos unas gozosas fiestas de Navidad y un año 2014 repleto de compromiso, entrega y amor hacia los que más sufren, las víctimas de un sistema injusto, los empobrecidos, con el deseo de seguir construyendo un Reino de justicia e igualdad en este nuestro pequeño mundo, junto a otras mujeres y hombres que no se conforman con lo establecido.