Por JUAN GARCÍA CASELLES / Nuestro ex-presidente Zapatero se nos ha echado a la literatura y nos ha sorprendido (o eso parece que pensaba él) con un libro en el que nos desvela la famosa carta de Trichet, que, en esencia consistía en amenazarle con un rescate que le impondría al pueblo español unas durísimas condiciones por lo que resultaba mucho mejor que fuera el propio Zapatero el que impusiera esas mismas condiciones, como así efectivamente hizo.
Siguiendo sus mismos pasos, Rajoy, para evitar la amenaza del rescate, hizo exactamente lo que le mandaban desde Bruselas, es decir, aplicar las medidas del rescate, porque para Bruselas y para el gran capital era mucho más fácil y quedaba más mono que los recortes y las innumerables putadas en que el famoso rescate consistía, fueran ejecutadas por los poderes legalmente constituidos, es decir, por el Gobierno de la patria democráticamente elegido.
De esta forma, desde la famosa conferencia de Davos en la que Zapatero bailó al son que le marcaba el capital, los gobiernos de España han servido fielmente a la gran burguesía, incluso si perjudicaban a las pequeñas y medianas empresas españolas, como puede verse todos los días en la prensa o recorriendo los centros comerciales de nuestras ciudades, donde el “se vende” o el “se alquila” son los carteles anunciadores de tantas empresas desaparecidas para siempre.
Todo esto presentado como si el rescate fuera verdad revelada, dogma del sacrosanto misterio del capitalismo neoliberal, como si no pudiera hacerse otra cosa, cuando la realidad es que la inmensa mayoría de las medidas no han tenido otra finalidad que salvar a los bancos alemanes y norteamericanos, que no iban a poder cobrar los créditos concedidos a la banca española para financiar la burbuja inmobiliaria que nadie quería ver y a la que nadie puso remedio y, ya de paso, salvar también a la imprudentísima banca española, especialmente a las cajas.
Es verdad que hubo diferencias, porque mientras a Zapatero le mandaban cartas amenazantes, a Rajoy le susurraban al oído las cosas que debería hacer y que él cumplió con gran fidelidad, justo lo contrario de lo que hizo con su programa electoral, porque lo de obedecer al poderoso lo tiene muy asumido. Pero tanto el uno como el otro justificaron los recortes por la necesidad de evitar el rescate.
Pero, hete aquí, que con esta fecha de dos de diciembre de 2013, vienen a España los hombres de negro para ver cómo va lo del rescate. O sea, que sí ha habido rescate, aunque solo haya sido de la banca. Lo que significa que la famosa excusa de evitar el rescate de la que tantas veces ha hecho uso tanto Zapatero como Rajoy, amén de innumerables de sus secuaces, fue una innoble mentira para quedar bien delante de la gente.
Hay que ver, con lo mayores que son y mienten como niños pillados en falta. Quizá piensan que aparte de gilipollas, que por eso los votamos, somo tontos de remate y por eso con cualquier mentirijilla nos conformamos.