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Por JOAQUÍN SÁNCHEZ SÁNCHEZ / Tengo claro que el recuperar la asignatura de Religión Católica como asignatura que computa para la medida y el tener una optativa obligatoria para los que no quieran realizarla es el pago que tiene que hacer este gobierno de derecha por el hostigamiento de la Iglesia católica conservadora al gobierno de Zapatero. Esto me lleva a reflexionar sobre esta relación perversa entre la Iglesia católica y la derecha en nuestro país.

Y, además es curioso que el ministro Wert defienda la religión cuando las políticas que defiende su gobierno empobrecen a la gente, los condena a la miseria en beneficio de la élite financiera y social. Vamos, calcado a lo que hizo Jesús de Nazaret, que murió crucificado precisamente por personas con la mentalidad del gobierno actual y religiosos con un pensamiento franquista, con una mentalidad del nacionalcatolicismo. Si a esto le unimos que la LOMCE tiene como objetivo hacer un alumnado competitivo, una persona competitiva que derrote a los demás, por tanto el otro es un enemigo a batir en cualquier campo. Jesús de Nazaret consideraba al otro un hermano, al cual había que perdonar, querer, compartir, dialogar y ser solidario. El objetivo de la LOMCE es antievangélico y antieclesial.

Si es antievangélica esta política, en este caso educativa, por qué esa unión de hecho entre la cúpula de la Conferencia Episcopal y la cúpula del PP. Porque la derecha es atea, no cree en el Dios de Jesús, sino que hace su becerro de oro, que se puede traducir por el becerro del euro o del dólar, por cualquier materia que suponga riqueza. Es una derecha que es cainista, que no quiere saber nada de aquellos que pertenecen a la clase desfavorecida. Niega al Dios de Jesús y lo sustituye por otro Dios, que es el Dios de la codicia, de la avaricia, de la guerra, de la explotación. Si realmente creyeran en el evangelio, que es Buena Noticia para los pobres, la política iría dirigida a dignificar a las personas y en especial las que tienen más dificultades y a fomentar los Derechos Humanos, no una política que está recortando la dignidad humana y los Derechos Humanos.

Muchos obispos con el cardenal Rouco Varela a la cabeza entienden que la derecha debe ser el instrumento por el cual las normas de la moral sexual se deben imponer a la sociedad, renunciando a los valores explícitos de la Doctrina Social de la Iglesia como son la justicia social y la opción evangélica por los empobrecidos. Esta es la relación perversa: Tú legalizas nuestros intereses y yo renuncio a la justicia social y a poner a la persona lo primero, diciendo que son realidades complejas. La gente de derecha piensa que teniendo controlados a los obispos, tienen controlado a Dios, por lo menos neutralizado. Convierten a un Dios que habla que el único camino es el amor a los demás y sobre todo a los más pobres, por un Dios narcisista, que necesita alabanza y que destinemos nuestras riquezas a Dios porque se lo merece todo y como Dios se merece todo el lujo, los consagrados deben participar de ese lujo por lo que se llama la dignidad sacerdotal, olvidando que ésta se traduce en capacidad de encarnación con los últimos, en capacidad de cariño, de perdón, de compromiso por la justicia, la libertad y la fraternidad.

Seduciendo a los consagrados se seduce a Dios. ¡Qué lejos de la realidad! Muchos religiosos venden su alma a los poderosos para vivir desde el poder y bien. Espero que el Papa Francisco haga realidad lo que dijo: Una iglesia pobre y para los pobres. Entiendo el cabreo de las líneas más conservadoras de la Iglesia y la gran preocupación de la derecha porque esa alianza puede ser cuestionada. Y, si a esto le dice a los gobernantes que estén al servicio de los ciudadanos, la preocupación aumenta. No hay que olvidar que muchos confunden el paraíso con los paraísos fiscales.

En resumen, han configurado un Dios que castiga a los pobres y premia a los ricos y estos están dispensados de la moralidad sexual, porque un divorciado pobre se le aplica las normas, a un divorciado rico se le aplica el mandamiento del amor.

La Iglesia debe romper con el poder financiero, social y político y ser defensor de los más débiles. Indudablemente, si esto fuera así nunca se habría construido en Madrid La Almudena. Vuelvo a insistir, Dios no es narcisista, quiere que nuestros medios vayan destinados a aliviar el sufrimiento humano, un sufrimiento humano que se ha visto aumentado por los neoliberales y los capitalistas, por esos que crucificaron a Jesús y sigue crucificando a millones de personas. Nuestra misión es “…dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos, y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año favorable del Señor”. Si esto fuera así no habría religión en la educación y las eucaristías necesitarían autorización gubernativa porque se considerarían concentraciones sociales peligrosas.