La Agrupación de Jóvenes Abogados de Murcia entregó su Primer Premio de Derechos Humanos al sacerdote Joaquín Sánchez

Joaquín Sánchez, junto a dos abogadas, en el acto de entrega del Premio Derechos Humanos. / Foto: NACHO G. TORNEL

El pasado jueves tuvo lugar en Murcia la entrega del Premio Derechos Humanos que concede la Agrupación de Jóvenes Abogados. en esta primera edición, el galardón recayó en el sacerdote y consiliario diocesano de la HOAC, Joaquín Sánchez, por su compromiso en diversas plataformas sociales, entre ellas la de Afectados por las Hipotecas. Reproducimos a continuación la intervención de Joaquín Sánchez tras recibir el premio, titulada «Vida con palabras, palabras con vida»:

Necesitamos palabras que se pronuncien con un corazón sincero, sencillo, honesto y leal para que tengan vida.

Necesitamos estas palabras tan importantes como son la dignidad, la justicia, la libertad, la seguridad, el perdón, la igualdad, la paz, el medio ambiente…

Necesitamos palabras que expresen sin engaño el cariño, el respeto, la valoración y el reconocimiento del otro.

Necesitamos palabras que inviten al diálogo, al encuentro, a la tolerancia, a la amistad, al amor, a la cooperación, a la convivencia, a la fraternidad.

Necesitamos palabras que acaricien, que den confianza, que manifiesten emociones y afectos.

En definitiva, palabras que den vida. Palabras que adquieren un significado y sentido en nuestra existencia de cada día.

Necesitamos vidas que hagan de estas palabras un compromiso firme, profundo y hondo. Nuestra vida demuestra si somos poetas de ellas, si somos garantes para que se vayan abriendo paso en nuestra historia.

Hay palabras que sin pronunciarlas, en muchas ocasiones, son las que realmente mueven nuestra alma y nuestra sociedad. Palabras como codicia, avaricia, egoísmo, poder, dinero, éxito, ambición, violencia, orgullo, soberbia, lujo, confort, indiferencia, mentira, manipulación, miedo… Palabras que nos dañan a nosotros mismos e incluso a la gente que queremos y hacen sufrir a muchas personas.

Muchas de estas palabras que dan vida las encontramos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Nos habla de la educación, de los derechos básicos y fundamentales para que la persona y su dignidad sean el centro de cualquier decisión política y económica. La palabra persona no es una mera palabra, es alguien único, irrepetible, que tiene que aprender a recibir, pero también a dar. Los Derechos Humanos nos invitan a dar vida a la propia vida.

Y, para que estas palabras con vida se difundan, nosotros tenemos que ser palabras con vida. No nos gustaría que estas palabras quedaran olvidadas o guardadas o dichas para quedar bien. En nuestras acciones, comportamientos, valores, principios, creencias… estas palabras tienen que estar presentes de tal manera que la tentación del poder y la ambición queden sepultadas.

El futuro de nuestra sociedad y de la humanidad, tanto para las generaciones presentes como futuras, pasa por los Derechos Humanos, no como papel mojado, sino como un proyecto social que tiene que ser la raíz de todos los ámbitos.

Aunque a veces dar vida estas palabras es muy difícil, duro y exigente, no es menos verdad que estas palabras nos humanizan y nos lleva crear una humanidad de todos y para todos. Merece la pena intentarlo.