Por JOAQUÍN SÁNCHEZ SÁNCHEZ / Este año comenzamos con anuncios de nuevos recortes a los ya sumados anteriormente. Recortan de tal manera que supone recortar -y no es una redundancia, es una realidad, una durísima realidad-, la dignidad humana, los derechos sociales constitucionales y los Derechos Humanos, mientras los poderosos económicos y sus políticos cómplices siguen aumentando sus ganancias, sus privilegios y sus prebendas. Que se lo digan a Rodrigo Rato, Aznar, Felipe González, Güemes, etc., aunque llamativo ha sido recientemente el asunto de Carromero, que por haber tenido un accidente de tráfico en Cuba por exceso de velocidad y alcohol y haber matado a dos personas como consecuencia de este accidente, se le renueva el cargo de asesor y se le concede el tercer grado de una manera escandalosa. Buen currículum. Cuando los defensores del capitalismo hablan del esfuerzo, el trabajo, del sacrificio, no se referirán a esos currículum basado en ser hijo de, obediente al poder, defensor de intereses inconfesables, sino a los hijos de los trabajadores para que trabajen mucho y cobren poco. Insisto, son unos miserables y unos cínicos.

Ante este terrible avance y consolidación de un capitalismo financiero salvaje e inhumano, los movimientos sociales deben tener una serie de retos que me parecen importantes.

El primero reto es creernos que sí se puede conseguir una transformación social que suponga subvertir la historia y construir un futuro y un horizonte donde nadie se quede en la cuneta de la pobreza, la miseria y el sufrimiento.

El segundo reto es resistir y perseverar en esta lucha. El capitalismo financiero tiene miles de personas, recursos y mecanismos a su servicio, entre ellos los mecanismos legales y, por tanto, policiales. Es necesario perseverar en la lucha, una lucha que conlleva años, que conlleva toda nuestra vida.

El tercer reto es aceptar los fracasos, los retrocesos, como parte de esta lucha. El capitalismo ha logrado que tengamos la mentalidad de la operatividad, de la eficacia y de los resultados, sino se da esto nos desanimamos y perdemos la esperanza, lo cual conlleva la retirada y a decir que no se puede cambiar nada.

El cuarto reto es la sensibilización y la concienciación, es decir, destapar las mentiras, las manipulaciones de este sistema, que nos dicen que quitan la libertad para ser libres, que nos condenan a una vida sin dignidad en aras de esa dignidad, que nos dicen que son medidas justas, cuando benefician a los que ya tienen y empobrecen al resto de la ciudadanía.

El quinto reto es ofrecer un proyecto alternativo que configure la sociedad. Este proyecto debería articularse en la defensa de la libertad, en términos políticos una democracia real ya, la justicia social y la defensa del medio ambiente. Estos tres ejes libertad-justicia-ecología debería tener un alcance planetario, como se dice desde los foros sociales: Pensar en global y actual en local. Estos tres valores esenciales no sólo los quiero para mí y la gente que quiero y conozco, sino para que se dé en todos los rincones del mundo.

El sexto reto es la movilización, tanto de grandes manifestaciones como de pequeñas acciones de una manera constante. En estas movilizaciones es necesario la unión y la convergencia de todas las plataformas, mareas, grupos. Todos tenemos motivos de reproche, pero creo que no es el momento histórico para ello, porque este capitalismo inteligente se aprovecha de nuestras divisiones y nuestros enfrentamientos. El otro día me decía un amigo que no se unía a los maestros porque ellos no se habían unido cuando las ONGs eran castigadas con los recortes, lo cual suponía mayor pobreza. Nos tenemos que unir, es necesario, los empleados públicos, sindicatos, plataformas, coordinadoras… Es necesario converger en la lucha para hacer frente a un enemigo, a un gran enemigo que no tiene escrúpulos, ni piedad y tiene a su disposición casi todas las instancias de los estados. También es importante no reprochar a la gente su falta de movilización. Mucha gente no duerme, no vive, sufre viendo a sus hijos en el paro o en la precariedad. La gente está machacada, está agotada, no tiene fuerza para nada y esto es provocado por los pensadores del capitalismo. Creo que hay que animar, motivar, dar argumentos, esperanzas y, todo esto, estando a su lado con cariño y respeto.

El séptimo reto es que a pesar del miedo a la represión, este miedo no nos inmovilice. Tenemos que luchar con la cabeza bien alta, con todas nuestras fuerzas, inteligentemente, coordinados, unidos, porque cuando cerremos definitivamente nuestros ojos, podamos sentir la alegría de dejar una humanidad mejor. Por eso, a pesar del miedo, seguimos desafiando a este terrorismo político-financiero.