Militantes de los movimientos de Acción Católica de la Diócesis de Cartagena compartimos un retiro con motivo del inicio del Adviento, un tiempo de espera y de esperanza

Imagen de familia del Retiro de Adviento celebrado en el convento Franciscano de Santa Catalina del Monte.

El pasado 2 de diciembre, primer domingo de Adviento, los militantes de los movimientos de Acción Católica (AC) de la Diócesis de Cartagena (Acción Católica General, Frater y HOAC) participamos en un Retiro en el que abordamos el tema sobre  “El compromiso de los seglares de la Acción Católica ante la situación de deterioro personal, familiar, social e institucional que se está dando con la crisis”.  Convocados por el Consejo Diocesano de AC, la reflexión la dirigió su consiliario y también de la HOAC, Joaquín Sánchez. A continuación os ofrecemos un resumen de su exposición.

En primer lugar hemos aclarado que todos los bautizados somos seglares y de estos seglares surgen ministerios pastorales, que como muy bien dice la palabra, ministerio es un servicio al pueblo de Dios para orar, celebrar y testimoniar la fe. Este ministerio tiene una gran tentación y es convertirse en poder y en control. Todos somos seglares por el sacramento del Bautismo. Ser sacerdote no anula nuestra condición de laicos. Nuestra iglesia se debe traducir en servicio, entrega, diálogo y generosidad.

 

¿Cómo percibimos la realidad?

El consiliario del Consejo Diocesano de AC y de la HOAC, Joaquín Sánchez, durante la celebración del Retiro.

Ante los momentos tan duros que estamos viviendo podemos caer en el desaliento y el desánimo, porque pensemos que este tiempo, esta etapa, tiene una especial complejidad que nos lleva al sufrimiento y a la desesperanza, mirando al futuro con una gran incertidumbre y miedo. Podemos pensar que nuestra época es un momento histórico muy doloroso. En este sentido hacemos referencia a una conferencia dada por el médico inglés Ronald Gibson.

Nuestra juventud gusta del lujo y es maleducada, no hace caso a las autoridades y no tiene el mayor respeto por los mayores de edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. No se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos.

Sócrates (470-399 a.C.)

Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder. Porque esta juventud es insoportable, desenfrenada y simplemente horrible.

Hesíodo (720 a.C.)

Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos.

Sacerdote del año 2000 antes de Cristo.

Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura.

Frase escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4000 años de existencia.

La historia nos enseña que los problemas, las dificultades, los sufrimientos y las injusticias siempre han estado ahí. Esto nos debe ayudar a afrontar las injusticias con un talante que no nos rompa ni agote nuestra vitalidad. El hecho que constatemos la existencia del mal como un fenómeno histórico constante no quiere decir que no demos los mejor de nosotros mismos a lo largo de nuestra vida.

No podemos huir de la realidad ni camuflarla ni justificar  nuestra falta de coherencia con el evangelio, que nos lleva a ser Buena Noticia para los pobres. Se trata de afrontar la realidad para transformarla a luz de los valores evangélicos.

 

Cuidarnos

Para dar y aportar buenas y positivas cosas a la vida debemos estar muy bien con nosotros mismos. Si estamos hundidos, preocupados de tal manera que nos deja sin fuerza o no nos cuidamos físicamente… difícilmente nuestra vida será expresión de fe y de ayuda a los demás. No se trata de una vivencia egoísta, sino de un yo maduro que sabe tener una estabilidad emocional y de pensamiento para situarnos en la realidad como militantes que damos luz en la oscuridad.

Cuando estamos bien con nosotros mismos, con nuestra conciencia, es cuando podemos comprometernos de tal manera que seamos anuncio, denuncia y lucha por un mundo de amor, de amistad, de bondad, de paz, de solidaridad, de encuentro y de justicia. Y este compromiso tendrá una fuerza especial porque seremos, como dice Ghandi: «Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo».

 

Una herramienta imprescindible: La Palabra de Dios

Un buen consejo es leer los evangelios de manera continuada porque nos permite una buena comprensión del mensaje de Jesús, sobre todo teniendo en cuenta las manipulaciones o malas interpretaciones del mismo. Vamos a poner un ejemplo.

Leemos el texto de Mateo 6, 25-34:

Por tanto, os digo: No estéis preocupados por lo que habéis de comer o beber para vivir, ni por la ropa con que habéis de cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Mirar las aves que vuelan por el cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan en graneros la cosecha: sin embargo, vuestro Padre que está en el cielo les da de comer. Pues bien, ¿Acaso no valéis vosotros más que las aves? Y de todos modos, por mucho que uno se preocupe ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?

¿Y por qué estar preocupados por la ropa? Mirad cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, os digo que ni aun el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos.

…No estéis, pues, preocupados por le día de mañana, porque mañana ya habrá tiempo de preocuparse. A cada día les basta con sus propios problemas.

Este texto se ha utilizado para decir que nuestro Dios nos da lo que necesitamos en la vida, lo cual nos lleva a la confianza, a la providencia de Dios. Incluso se ha utilizado para criticar a aquellos que luchan por el reparto y la redistribución de las riquezas. Además, queda sin responder a la pregunta de qué pasa con esas personas que mueren de hambre por la sequía, por ejemplo.

Al texto de Mateo 6, 25-34 le antecede el siguiente que dice: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero”. El enlace es “Por tanto, os digo” (en negrita), con lo cual el texto ya no hace referencia a la providencia, sino a esas personas codiciosas y avariciosas que han hecho del dinero su Dios y su amo. La interpelación es que hay riquezas para todos, poniendo ejemplos de la naturaleza.

Nos llaman la atención aquellos comportamientos, valores, principios, complicidades… que entran en contradicción con el Evangelio. ¿Cuántas guerras se han hecho en el nombre del Dios de Jesús? ¿Cómo hemos podido ser cómplices de genocidas y dictadores? Y así un gran número de ejemplo de la realidad pasada y presente. Éste es un de los temas claves para los cristianos. Nuestros comportamientos, actitudes, valores, principios, creencias… ¿están condicionadas por la Palabra de Dios o primero tomamos decisiones en función de otros valores, aunque para nosotros sean contravalores, como la codicia, la ambición, el rencor, el odio, la violencia, la indiferencia, la injusticia, la insolidaridad, etc. y después buscamos justificarlas? En este sentido, la expresión «perdono pero no olvido» habla por sí mismo. Primero viene lo que debería ser y después viene la excusa, el famoso “pero”.

Ejemplo de esto lo tenemos cuando decimos que «para Dios, lo mejor», y en función de esta afirmación invertimos muchos recursos económicos y pastorales a adorar un Dios, que Él mismo dice que no es narcisista. Nuestro Dios no es narcisista, no quiere nada para sí. La mejor alabanza, la mejor adoración, es amar al prójimo, aliviar el sufrimiento humano. Un texto que nos puede servir de paradigma es Juan 13, 31-35, que habla del Mandamiento Nuevo, que no es otro que el amor que Dios nos tiene y que nos interpela a amarnos los unos a los otros.

 

¿Qué podemos hacer?

Vivimos en una sociedad donde el neoliberalismo y su lógica ha impuesto la ley del mercado, que no es otra cosa que mercantilizar y comercializar toda la existencia, incluida la vida humana y la naturaleza. Es duro experimentar cómo desde esta lógica economicista, de acaparar todas las riquezas, estamos destruyendo y desmontando lo poco que habíamos construido del Estado del Bienestar. Lo que ha costado muchos años de luchas en poco tiempo lo están desmontando con la excusa de la crisis, que no es una crisis sino una estafa financiera. Se enriquece más a los más enriquecidos y se empobrece más a los empobrecidos, aumentando su número con la incorporación a la pobreza de lo que fue la llamada clase media.

Lo que podemos hacer es resistir el embate de este neoliberalismo, no desalentarnos, no caer en la tentación de arrojar la toalla. Es duro experimentar los recortes, el paro y la precariedad, realizados desde la política para pagar la deuda entre los banqueros, en este caso, de los banqueros españoles con los banqueros alemanes y en menor medida con los franceses y norteamericanos, y que se traduzca en pobreza y miseria, falta de autoestima, refugio en el alcohol y en los antidepresivos. Nuestra misión de creyentes es aliviar el sufrimiento humano dando lo mejor de nosotros mismos.

Para afrontar todo esto debemos estar informados para tener una capacidad crítica, que se expresen en solidaridad y compromiso.

Otra de las cosas que podemos hacer es luchar por los problemas locales y globales, y trabajar en red, de tal manera que los problemas de un sector sean mis problemas. Si hay un problema de política social lo apoyamos todos; si hay un problema de sanidad, de educación tenemos que implicarnos todos. Un lucha sectorial es una lucha fragmentada y tiene el germen de la insolidaridad, porque muchas veces luchamos por lo nuestro, pero no por lo otro, porque decimos que ése no es nuestro problema.

Por todo ello, nuestra espiritualidad debe ser una espiritualidad de la encarnación, esa espiritualidad que nos lleva a la cercanía, presencia y compromiso con los últimos. Nuestra vida debe estar llena de vidas compartidas, acompañadas, codo con codo, interpelando para que convirtamos nuestros corazones de egoísmo, avaricia, odio y violencia, en corones que saben comprender, compartir, que hablan desde la paz y la reconciliación.

 

Recuperar la esperanza y la alegría

Por todo esto, esta Navidad queremos poner el acento en que sigue habiendo motivos para la lucha y la esperanza. Ese niño pequeño, desde el pesebre, nos invita a creernos la utopía, a que la vida pertenece a todos y cada unos de nosotros, a creernos que las personas egoístas, avariciosas, codiciosas y sin ética no van a tener la última palabra, porque vamos a comprometernos por ser buena noticia para los que sufren y los que son crucificados.

Y como no queremos que nos quiten la alegría y la dicha, vamos a saborear la vida con el encuentro con los amigos y familiares, con los vecinos, con los compañeros de trabajo… Que sigamos sonriendo, amando, acariciándonos, expresemos nuestras vidas desde la ternura y la bondad.

Desde aquí os deseo felices navidades y… ¡nos encontramos en la lucha y en la construcción de la esperanza de una tierra nueva y un cielo nuevo!