No hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”


Papa Francisco

Como trabajadores y trabajadoras comprometidos con las luchas, las aspiraciones y los anhelos de la clase obrera, queremos compartir un año más con toda la sociedad murciana nuestra mirada agradecida y memoriosa. Una mirada hacia el pasado para recordar a tantas generaciones de obreras y obreros que lucharon para salir de la opresión, la explotación, la pobreza y la ignorancia, abriendo una senda por la que caminar, luchar, formarse y construir un mundo nuevo donde los derechos laborales conquistados fuesen patrimonio de todos y todas.

En este 1 de Mayo queremos seguir mirando la realidad que nos rodea en nuestra región y fijarnos en aquellos colectivos más desfavorecidos; aquellos colectivos a los que no llegan los derechos conquistados y siguen siendo una llamada, un reto, un toque de atención para todos nosotros, para todos los sindicatos y plataformas obreras de lucha y reivindicación.

Vivimos en una Comunidad que ocupa uno de los primeros puestos en las últimas estadísticas de enfermedades profesionales según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. La situación laboral, con largas jornadas de trabajo, altos ritmos de producción y precariedad, está teniendo un gran impacto en la salud física y mental de los trabajadores, que se traduce en falta de autoestima, motivación e inseguridad. Todo ello sigue golpeando a los colectivos más vulnerables: jóvenes, mujeres y emigrantes.

Especialmente, las mujeres, en una posición laboral desfavorable respecto a los hombres, están expuestas continuamente a riesgos ergonómicos, higiénicos, psicosociales y de acoso sexual en el puesto de trabajo. Trabajos altamente feminizados en la agricultura, el comercio, la hostelería, la limpieza, el servicio doméstico, la asistencia domiciliaria, la sanidad, los almacenes hortofrutícolas…con posturas forzadas, largas jornadas de pie, movimientos repetitivos o manipulación manual de cargas, están poniendo en riesgo la salud de tantas y tantas trabajadoras: lesiones de espalda, hombros y brazos; lumbalgias, bursitis y tendinitis; afecciones respiratorias… y, cada vez más, situaciones de estrés, ansiedad y depresión.

Denunciamos esta situación y afirmamos una vez más que: ¡EL TRABAJO ES PARA LA VIDA!

¡Un trabajo decente debe ser un trabajo saludable!

Atentos a esta realidad, desde la experiencia de nuestro compromiso cristiano en este mundo con enormes fracturas sociales, desigualdades e injusticias, seguiremos defendiendo un trabajo decente y saludable que aporte un ingreso justo, seguridad y protección en el puesto de trabajo y seguridad social a las familias, porque CUIDAR EL TRABAJO ES CUIDAR LA VIDA