Algunos obispos españoles reunidos con el papa Francisco durante su reciente visita Ad Limina. Imagen tomada de www.revistaecclesia.com

Por JOAQUÍN SÁNCHEZ / Queridos hermanos:

En su comunicado Ante las elecciones al Parlamento Europeo del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE) afirman en su punto 2 lo siguiente: “Es importante que  los aspirantes por primera vez al Parlamento Europeo o a los que buscan renovar su escaño sean conscientes de los daños colaterales de la crisis económica y bancaria que comenzó en 2008”. ¿Ustedes consideran que un desahuciado o un parado o una persona mayor que prácticamente le han quitado la Ley de Dependencia es un mero daño colateral?  Queridos hermanos obispos, no son daños colaterales, son personas con nombres y apellidos, con sus biografías, llenas de amor y tristezas, de esperanzas y pérdida del sentido de la vida, no como consecuencia de una crisis económica, sino de una estafa financiera y sino pregúnteselo a sus amigos o conocidos banqueros, financieros, ricos y políticos cómplices. Sí, esas personas que ustedes están tan al lado y que van a sus actos cuando son invitados sin ninguna dificultad, sonriendo y con sus vestimentas sin una arruga. ¿Ustedes piensan que cuando los padres no tienen que darle de comer a sus hijos o los vayan a echar de sus casas le digamos es un daño colateral?

No son daños colaterales, son personas a las que se les ha despojado de su dignidad y de futuro y se les hurtado el sentido de la vida, porque les han condenado a la pobreza y a la precariedad de por vida. Y los causantes también tienen nombre y apellidos y son conocidos por ustedes: Botín (Banco Santander), González (BBVA), Rosell, Rajoy, Merkel, Dragui del Banco Central Europeo, Montoro, De Guindos, Lagarde del FMI, Obama, Sánchez Galán (Iberdrola), Frainé (La Caixa), Ron Gumil (Banco Popular), Borja Prado (Endesa), Manuel Manrique (Sacyr), el rey Juan Carlos, Zapatero, Ordoñez y linde (presidentes del banco de España), Zoido (Bolsa Española)… Estos causantes de esta estafa financiera la han utilizado para empobrecer a la gente hasta dejarle con muy poco mientras ellos siguen enriqueciéndose más y más. ¿Se han planteado por qué ustedes acuden a los actos oficiales y de alta política o alcurnia y no van a las manifestaciones que reclaman dignidad y justicia? Esa dignidad y justicia que Jesús de Nazaret vivió y transmitió en su mensaje y con su propia vida y como consecuencia de esto fue crucificado. No me imagino a Jesús en la fiesta de Herodes o de Pilatos. Jesús estuvo con el pueblo en conflicto con ellos. Acuérdense de la escena cuando Jesús entra en el templo y arremete contra los cambistas y los usureros, en definitiva, con los banqueros.

No encubran la avaricia, la codicia, la violencia, la soberbia, la arrogancia, la manipulación, la mentira de los poderosos económicos y de sus políticos-funcionarios. No encubran a los que han secuestrado la democracia y han dicho que la justicia social no existe y no va a existir. Ustedes los conocen. ¿Se atreverían a decirles públicamente que por su avaricia hay niños que cogen bocadillos de las papeleras en las escuelas o que se acuestan sin tomar nada? ¿Por qué no se atreven? ¿No será porque también son cómplices? Los que tienen las grandes fortunas no pueden condicionar nuestra fe ni hacer desparecer la dimensión profética. Muchos constructores han colaborado en arreglo de templos o en su construcción, constructores que han fomentado la especulación urbanística, que se han enriquecido y que han dejado tirado a miles de pequeños autónomos y que, con el paso del tiempo, se han visto obligado a ir a los mercados semanales en los pueblos a última hora a comprar las sobras, esas sobras que se tiran a los contenedores de basura.

Todo esto es consecuencia de los capitalistas que están consolidando el capitalismo, un capitalismo -como dice el hermano Francisco- que mata y esa es su verdadera seña de identidad. Un capitalismo que está llevando al planeta a su fin, que está destruyéndolo y poniendo al borde de la tragedia con el cambio climático. Ustedes siguen insistiendo que el mayor problema es el secularismo y creo que no, es el capitalismo que cercena la vida y que dice que hay millones de vida desechables. Ustedes están preocupados por si se quita el crucifijo en las escuelas o no, o se quita el crucifijo que aparece cuando los ministros juran sus cargos. No se preocupen de eso, lo importantes son los crucificados, esas personas que mueren de hambre, que viven los conflictos bélicos, que están siendo empobrecidos, que los capitalistas dejan en la cuneta de la sociedad y los gobiernos pasan a su lado y les dicen “habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”, esas mujeres que sufren violencia de género, los parados, los que tienen un trabajo precario…Es doloroso ver un crucifijo en la toma de posesión de los ministros cuando toman decisiones contrarias al evangelio, es decir, que aumenten los pobres y sean más pobres.

Ustedes dicen que el hermano Francisco en la visita Ad Limina les ha dicho que escuchen a la gente, pero para escucharla hay que estar con la gente día a día, y sobre todo con los empobrecidos y con la gente que lucha. ¿Por qué van donde se reúne la “alta sociedad” y no van donde se reúne la gente para luchar? No se lo tomen como una ironía, pero el evangelio es un buen sonotone para escuchar a la gente.

La gente les necesita y les espera en sus barrios, en sus casas y en sus luchas. De verdad ¿piensan que cuando llega una comisión judicial, junto con el procurador del banco y la policía local, y el desahuciado le da un beso a su mujer -que tiene una depresión por culpa de los banqueros y políticos cómplices- y a su hijo de pocos años y sale al balcón y se suicida… es un daño colateral?